La primera (y única) vez que estuve en Nueva York, no sé cómo acabé viendo «Sleep no more». Flipé tanto que repetí al día siguiente. Y luego fui a Londres a ver otro espectáculo de los Punchdrunk. Puedes leer mis comentarios sobre los dos espectáculos en mi blog, DESDEELPATIO.
Bueno, pues este Punchdrunk a la española no desmerece en absoluto. Si has visto algo de Punchdrunk, esta «Casa de Bernarda Alba» te parecerá que está a la altura. Y si no… vas a alucinar, seguro.
Pero bueno, pasando de comparaciones, el espectáculo en sí es una gozada. Bailarines y bailarinas están sublimes, sobre todo Adela, Lorena Martínez, todo dolor, desgarro y sed de libertad. Es «La casa de Bernarda Alba» versión flamenca y con baile. Texto, poco. Las coreografías son fabulosas y las mujeres bailan de morirte. Los hombres (digamos que.. Pepe «el romano» y un caballo) también.
No es plan de reventar nada, pero te diré que hay mil estancias que puedes recorrer libremente y seguir o no a las protagonistas. A la que quieras y cuanto quieras. Además de comer unas cosas deliciosas y de tomarte unos vinitos. Tu nivel de implicación será el que marque lo que ocurra. Ellas están a lo suyo, haciendo sus cosas y con su movida particular. Esa la conocemos todos; Bernarda, Adela, María Josefa, Pepe, el luto, el vestido verde, Poncia…. Ellos se dedican a interpretar la obra de Lorca y tú, espectador, eres el responsable de implicarte más o menos. Puedes dedicarte a hurgar en los cajones y leer los cuadernitos y pasar de todo, o puedes dejarte atrapar por el flamenco o puedes seguir al personaje que prefieras y vivir con él/ella lo que le ocurre cuando está y cuando NO está en escena.
Eso sí, te ruego que sigas las instrucciones que te dan al comienzo y no hables, ni te preocupes por ir de la manita con nadie y NO te quites la máscara.
De verdad, el espectáculo merece la pena, las bailarinas son maravillosas, las coreografías, cojonudas y la experiencia, si te dejas llevar por la aventura y la curiosidad, te va a flipar. Pero de ti depende, porque como vayas de espectador estirado y pedorro, ni lo vas a oler.