Todo es misterioso en este espectáculo. Desde el mail que recibes tras adquirir las entradas en el que te dan unas instrucciones que debes seguir al pie de la letra, hasta el ambiente que respiras al llegar. Te retiran el abrigo y te dan una máscara que te convierte en alguien sin identidad, un voyeur que pasas de habitación en habitación espiando todo lo que pasa en el edificio (si, porque el espectáculo es en el interior de un edificio con numerosas estancias y plantas y tu eres absolutamente libre de visitar una sala u otra a tu libre albedrío). Tu observas, pero eres invisible e inaudible para los habitantes de todas y cada una de las estancias. Podrás entrar y observar (e incluso irte si no te resulta motivador lo que ves) en cualquier sala, ya que su morador no acusará tu llegada ni tu ida. Obviamente hay una historia, pero cada cuál la vivirá de modo distinto dependiendo de lo que haya visto.
Solo debo hacer una advertencia, es un espectáculo de flamenco. Si lo odias, no vayas. Pero si no te llama especialmente la atención (como a mi), es maravilloso, abandonar prejuicios y dejarte llevar. A mi me cautivaron y me atraparon con ese arte que se les sale por los poros de la piel (debo hacer especial mención de Manoli y del bailaor que hacía de caballo). Bueno, hay otra pega… te pasas todo el espectáculo con una doble conciencia, por un lado estás disfrutando con lo que ves y por otro lado sufres un poco de ansiedad al pensar en lo que te estas perdiendo en ese mismo momento (hay diferentes escenas simultáneas en varias salas).
Además de todo esto, estás disfrutando de un edificio fantástico, con unas salas impresionantes y además puedes picar algo de cena y tomarte un vino mientras recorres las estancias.
Vamos, que vayáis, no os lo penséis.