Conocí primero su faceta como poeta y con Ternura y derrota la descubro en el Tetro de la Comedia. Luna Miguel se estrena como directora, dramaturga y actriz con esta adaptación de la Numancia de Cervantes. A través del género epistolar, dialoga sobre el amor y la vulnerabilidad con esta lectura poética que me recuerda por momentos a Memoria de chica de Annie Ernaux.
El parecido recae en su ritmo acelerado y en la forma en la que desmitifica y desvirtúa ese halo romántico e idealista de los encuentros amorosos. La retahíla de imágenes descarnadas aborda también otras cuestiones más metafísicas de la existencia y lo hace con ideas complejas pero sin renunciar a un lenguaje fresco y directo.
Es una narración a modo de confesión cuya belleza radica sobre todo en la reinterpretación del discurso. Frente a las grandes gestas de conquista, este texto expone una herida abierta. Todo lo que bajo la mirada patriarcal se oculta, aquí resurge. Resignifica la humillación desde la ternura, mientras lava los trapos sucios en público, para cuestionar qué hay de victoria y derrota en la entrega de un cuerpo.