Salgo pensando que espero que no los denuncien mucho por decir más de una vez me cago en Dios. Y de dos, y de tres, y de cuatro. No sabía lo que iba a ver pero The book of Mormon me parece divertidísimo, porque es incorrecto y brillante al mismo tiempo. Chistes inesperados y gamberros que parecen no ver límites en mitad de un montón de números musicales que te hacen casi querer ponerte a bailar con ellos. David Serrano lo ha vuelto a hacer y a mí nunca me duelen las manos de aplaudirle ni a él ni a su hermano, Alejandro Serrano, también colaborando en la parte musical, y del que deberíais escuchar un par de cosas de su proyecto musical Dummie o de No Reply.
Es una alegría ver que estas súper producciones teatrales también pueden ser macarras y que no sólo el teatro indie hace cosas inesperadas y sin miedo. No sé cómo sería el original, pero la sensación de que todo vale y de que han trabajado con absoluta libertad, sea o no verdad, es emocionante. Un espectáculo verlos cantar y bailar al mismo tiempo que nadie deja de reírse.
Sin duda, un musical diferente que pisa fuerte desde su preestreno, y que espero que dure mucho en cartel.