Hasta los silencios más cómodos son los más bonitos, pero la sencillez y la naturalidad de la historia y de las actrices sobre el escenario es algo mágico.
Te enganchas a la historia de Irene y Ainhoa desde que se conocen y la sigues con atención.
Los detalles en esta obra son muy importantes, así como las canciones que comparten con el espectador continuamente, pero es que a veces las palabras no salen o lo que sentimos no se puede expresar, así que narrarlo a través de la música es algo muy bonito.
Todos los días se toma su tiempo, va a fuego lento, pero es que en el mundo de la rapidez e inmediatez, que veamos crecer a los personajes poco a poco es maravilloso.
Irene y Ainhoa son dos personajes opuestos, pero con los mismos miedos, mismas preguntas, mismas comeduras de cabeza,etc.
También son dos personajes que se complementan y ellas crecen juntas en muchos aspectos, aunque no se den cuenta.
Los guiños a series de televisión y cine son constantes, pero están tan unidos a la trama que queda muy natural.
Tras terminar de ver Todos los días me doy cuenta de la cantidad de obras de teatro que se representan en salas off y pasan desapercibidas, pero porque la gente se suele fijar en los escenarios con más nombre…
Pequeñas joyas os esperan en salas pequeñas y céntricas de vuestra ciudad, ¡no las perdáis la pista!