EL ENTRAÑABLE MAGNETISMO DE TOMÁS DOLOR

Tomás Dolor

Tomás Dolor
04/09/2018

Will Eno cumple en esta ocasión con uno de los presupuestos básicos de la literatura norteamericana: el héroe solitario se enfrenta a sí mismo y a su entorno. Usando el mito tan arraigado de la última frontera, explora sus límites no geográficos. Con inocencia calculada y educación de formalidad antigua, el protagonista desnuda y exhibe, patológicamente, sus fantasmas e hitos vitales para superar un pasado determinista. El pasado es raíz y recuerdo, ancla y lastre. Sólo con esa desnudez de niño de falsa inmadurez se redime y prosigue ese sendero incierto de la vida.

Juanma Gómez, una de esas almas bellas de la Sala Arte y Desmayo, encarna este personaje en un monólogo dialogado con el público, al que se interpela y conmina a intervenir, a contestar, a tomar partido. Somos testigos y agentes, ocupando un lugar necesario para que el sentido y la identidad vuelvan a cubrir las llagas del dolor y la ausencia.

Es muy complicado mostrar la médula de un instante en el tiempo que nos hará cambiar para toda la vida, en el que la inocencia queda mutilada o perdida para siempre porque el tiempo, cruel y sabio, decide que ha llegado el momento de crecer. Tomás aparece y desaparece con una única prenda que acompaña su soledad, un diccionario que le ata a este mundo aunque su mirada se pierda en el horizonte y con una palabra que arropa su triste existencia: miedo.

La escenografía es sencilla y eficaz, con un cuidado estudio de los espacios. La iluminación acompaña y marca los saltos entre distintos registros…. Continúa leyendo en TRAGYCOM

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