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Traición

Traición
15/09/2020

Yo es que tengo debilidad por Pinter, lo reconozco. Pero por eso mismo, quizá entre a ver textos suyos con las uñas a medio camino.

Pues nada, confieso que caí derretido ante esta versión del grandísimo Pablo Remón que ha dirigido el también grandísimo Israel Elejalde en nuestro amado Kamikaze.

El texto de Pinter puede parecer sencillo, asequible, divertido y curioso por aquello de estar contado como al revés. Pero como siempre pasa en las palabras y situaciones de Harold Pinter, lo que se esconde debajo es complejo, novedoso y desolador.

Porque el mogollón de «Traición» no es que arranque con la ruptura de los amantes y vaya hacia atrás hasta el momento en el que comenzó su relación, sino que la relación principal, la que importa, es la de los amantes. NO el matrimonio, sino la de los amantes. Ellos son los protagonistas, y lo que «estorba» es el matrimonio. GENIAL.

Matrimonio al que como suele ser habitual en Pinter le perjudica poco la aventura extraconyugal. Ambos dos la aceptan como un juego casi necesario para mantener viva la llamita de su matrimonio. El que Emma lleve años de relación con Jerry y que incluso tengan una casa, un hogar, un nido, afecta a Robert, pero no tanto como para que esa relación acabe con su matrimonio. Es más, continúan como si tal cosa, asumiendo que esa «pimienta» en su matrimonio quizá hasta les haya venido bien.

Para rematar, las situaciones que vemos vienen provocadas por lo que veremos después. Y al ir hacia atrás, resultan más sorprendentes las reacciones que no se corresponden con la provocación que cabría esperar. Quiero decir que tú ves una escena y piensas en qué hecho ha podido desencadenar esa escena. Pero te la cuentan después. Y ves que NO es lo que cabría esperar, que lo que provocó lo que has visto fue distinto e inesperado. Con ese sencillo y complejo truco, Pinter logra sorprender en cada diálogo a pesar de saber cómo acaba la historia.

Esto que parece sencillo es una puta trampa para el director. Pero como Elejalde se las sabe todas, logra arrancar la función con una tensión casi dramática, de final desgarrado y va rebobinando emociones y las va dosificando del revés para acabar en comedia. La comedia que podría haber sido el principio lógico. El proceso comedia- drama es más habitual. Pero es necesario comprenderlo así, ordenado, antes de darle la vuelta y ponerlo del revés. Esa es la grandeza de Elejalde. Y la magia del espectáculo, que logra no sólo ser lógico en su desorden sino tener una curva dramática también lógica. Brillante.

Como brillante es el trabajo de los tres intérpretes, que deben dar vida a esas emociones en sentido inverso. Y lo logran de requetesobra porque son tres inmensos mediums. (Mención especial a Miki Esparbé, grandioso, que me FLI-PÓ).

Pero… qué coño, damos por hecho que la historia está narrada al revés porque nos van diciendo unas fechas que en nuestro ordenamiento del tiempo significan eso, pero… ¿quién nos dice que no sea un desarrollo ordenado, que comience con una ruptura y vaya encaminándose poco a poco a una descubrimiento y al principio de un romance?

En «El amante» los juegos eróticos llevaban a sitios inesperados. ¿Por qué no puede ser «Traición» un juego perverso para que estos tres personajes que comienzan solos y grises, acaben felices y en un «menage» que ni Viridiana?

 

Aunque lo tengo algo dejado, si quieres leer más opiniones mías, haz click AQUÍ, es el enlace a mi blog, DESDEELPATIO

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