Modernizar y actualizar la Zarzuela no era tan difícil. Ha venido Boris Izaguirre y lo ha hecho: brillantinas, corrupción, mujeres homosexuales, Eurovisión y mucha comedia. Trato de favor es un espectáculo claramente distinto a los que estamos acostumbrados a ver en el Teatro de la Zarzuela y quizá por eso un par de espectadores de los de toda la vida han decidido levantarse y abandonar el recinto en mitad de la función. Personalmente, no me puede hacer más ilusión ver que llegan temas actuales a un género tan clásico y a veces tan conservador como también a veces lo es su público.
Se agradece mucho ver obras con personalidad, que se salgan un poco de las normas y construyan las suyas propias al tiempo que mantienen la esencia de los orígenes.
La belleza estética de su puesta en escena no pasa desapercibida, y tampoco -evidentemente- la voz de Ainhoa Arteta, protagonista de un texto que despista y sorprende a partes iguales. A pesar de todo y como en cualquier buena historia, no faltan los temas clásicos y universales que emocionan y hacen que el público aplauda en pie al final: el amor, la libertad, la muerte y, en este caso, también la pasión por la Zarzuela, que es sin duda uno de los géneros que más talento reúne sobre un escenario.