Son tantas las historias paralelas que siguen surgiendo para hablar del nazismo y el holocausto, que es complicado encontrar ese quiebre que nos destape algo que conmueva (o que no esté ya dicho). Es por eso que esta obra de Manuel Martín Cuenca, presentada en el Teatro Español, asume ese riesgo con valentía y entereza, cumpliendo a medias ese objetivo invisible de destapar algún secreto no contado de la manida Segunda Guerra Mundial. Centrándose en el desbarajuste personificado en Maurice Rossel, agente de la Cruz Roja que vivió en Berlín durante el conflicto, cuando este emitió un informe favorable y controvertido después de visitar algunos de los campos de exterminio, la obra se centra en una entrevista entre Rossel, protagonizado por un gris Antonio de la Torre, y una periodista, interpretada por una magnífica María Morales, ahondando en la realidad de los hechos y la atrocidad de ese reporte ungido en mentiras. Con una escenografía intimista, construida con arrojo por un juego maestro de iluminación, el punto de inflexión parece ponerlo el personaje de Primo Levi, – maravilloso en su piel el actor Juan Carlos Villanueva –, el superviviente del holocausto e intelectual de la época, con una aparición tan fugaz como determinante.
Más allá de las verdades lapidantes, de la integridad o silencio que queda cuándo está todo dicho, esta hora larga de representación siempre es una posibilidad para ver a actores de primera en escena.