Los Ángeles. Un director de cine español nominado a un Óscar por un corto. Dos ministros, da igual de qué ideología, dos políticos, al final. Y una chica española que vive allí y que termina siendo parte de esta pandilla casi accidentalmente. Con una estructura claramente de agredidos – aspirante a actriz que vive en Los Ángeles y director de cine que se busca la vida como puede – y agresores – Ministro de Cultura con poca cultura y Ministra de Hacienda que defrauda a Hacienda-, Un Óscar para Óscar resulta ser una de las comedias más divertidas que hay ahora mismo en la cartelera teatral, y me atrevo a decir también cinematográfica, de Madrid.
Los chistes entran como un tiro desde principio hasta final, la gente se ríe, ellos están espléndidos desde el minuto uno. Basada en estereotipos pero huyendo absolutamente del humor cliché y conservador, esta divertidísima obra que cuenta las horas anteriores y posteriores a una gala de los Oscars, utiliza una comedia brillante para jugar a denunciar, entre broma y broma y de manera muy orgánica, lo desatendida que está la cultura en España, la clase política desastrosa que nos gobierna, lo solos y solas que están las personas que triunfan o lo difícil que es llegar a cumplir sueños.
No cabe duda de que Mario Hernández, director y dramaturgo, junto a todo su equipo, han hecho un trabajo excepcional.