La muerte es un tema que nunca apetece como espectador. Sin embargo, es tan inevitable de tratar en la ficción como de esquivar en la vida real. Es precisamente esta una de las claves del nuevo espectáculo dirigido por Àlex Rigola: una sobrecogedora escenificación de diálogos de la vida real de un momento familiar donde la muerte está tan presente como la vida. Estas conversaciones donde la actriz Alba Pujol habla con su padre enfermo terminal de cáncer de pulmón, representadas en escena por ella misma y el actor Pep Cruz (encarnando al padre), tienen una fuerza escénica y tanta verdad que conmociona. La propuesta juega (con tacto) con un material tan delicado como personal que, en un inicio, genera una cierta tensión en el espectador. Contiene una valentía y una pureza vivencial difícil de digerir. Pero, una vez asumida su idiosincrasia, adentrados en su universo, relajados por un humanista sentido del humor, es imposible no caer rendido a los consejos, las reflexiones y las diferentes perspectivas sobre el mundo, la vida, la muerte y nosotros mismos que el espectáculo plantea. Emotivo, inteligente, brutalmente honesto, sanador, desnudo a pesar de la recreación, el montaje es un ejercicio profundo, impactante e inspirador que no renuncia a una cierta sencillez que le resulta muy útil. Especialmente, merece la pena destacar el vídeo donde el médico Enric Benito dedica unas palabras al enfermo; abruma tanta sabiduría.
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