La bajeza de la alta cocina

Una humilde propuesta

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Una humilde propuesta → Teatro Infanta Isabel
21/01/2019

Micomicón pone en escena un discurso, basado en un ensayo de Jonathan Swift, a medio camino entre lo político y un programa culinario al estilo Karlos Arguiñano, con sus chistes chuscos y todo, que nos habla de las posibilidades de mejora social de tufo populista. Aunque los detalles de la propuesta se saben leyendo cualquier sinopsis, para preservar el efecto sorpresa a los espectadores despistados, prefiero no contar mucho. Si pueden, vayan sin saber nada, lo van a disfrutar más.

Un cuento perverso que espeluzna solo de pensar que pudiera ser posible. Que de tan grotesco se hace imaginable. Si miramos las noticias y leemos las propuestas políticas de algunos en cuanto al bien social vemos que, de la ficción a la realidad, solo nos separa un gramo de cordura.

Mariano Lorente, bajo la dirección de Laila Ripoll, se enfunda en un personaje turbio que cual cebolla, ya que estamos me pongo con los símiles gastronómicos, se va desprendiendo de capas hasta descubrirse en su plenitud. ¿A quién nos podría recordar? Váyanse a los extremismos políticos que últimamente afloran como champiñones… No, no, mejor como setas venenosas… y encontrarán la respuesta.

La receta es apetecible, una pizca grotesca de Tim Burton sazonada con aires locos de la Mrs. Lovett de Sweeney Todd y una cucharadita de Saló o los 120 días de Sodoma de Pasolini y tendríamos el plato listo para devorar con gusto glotón, lástima que al descubrirse el ingrediente principal con tanta prontitud, el resto del plato se nos queda ciertamente insípido. Durante una hora damos vueltas al bocado con la esperanza de encontrar algún ingrediente sorpresa, pero no… finalmente la cosa se queda en una mera anécdota. Eso sí, servida con el tiempo justo para que no llegue a hacérsenos bola.

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