Dicen de Una terapia integral que es una obra «con mucha miga» y no es una frase vacía. ¡Es que tiene mucha miga! Es una comedia (o tragicomedia según se mire) llena de metáforas y simbolismo que no dejará a nadie indiferente. A ratos te ríes, en otros momentos reflexionas y en muchos otros te identificas con los protagonistas (que en la función que nosotros fuimos a ver estuvieron interpretados por Antonio Molero, Ledicia Sola, Esther Ortega y César Camino).
Tres personas muy diferentes se inscriben y son seleccionadas para un curso de cocina de élite que acaba siendo una terapia alternativa de reconstrucción y el público hará ese mismo viaje haciendo parada en las tres grandes fases de la elaboración del pan: amasar, reposar y hornear. En esta terapia entran en juego personalidades, conflictos, la inherente necesidad de creer del ser humano, las dependencias… Y durante toda la función/sesión una idea sobrevuela como un mantra: “Somos el pan que hacemos”. Confieso que me costó encajar a Antonio Molero en un papel como el del prestigioso panadero y gurú Toni Roca pero al fin y al cabo, él es como la levadura… imprescindible para que el éxito y reconocimiento suba.
¡Muy recomendable!