Georgina Rey se enfrenta de nuevo a textos potentes, eligiendo en esta ocasión un inquietante relato de Pedro Sedlinsky. Su asombrosa capacidad de mimetizarse en personajes singulares hace que trascienda los localismos y logre rasgos de universalidad.
Una madre inmigrante relata, con prosa pulcra y precisión analítica, el cambio, transición, evolución de su retoño. Con suspense y rasgos efectistas narra el abandono de la inocencia y su estupefacción como testigo. La escenografía es sencilla para no distraer del foco de atención: la acción y la expresión vienen marcadas por una iluminación austera y un espacio sonoro obsesivo.
El Umbral de Primavera, con su dedicación casi litúrgica a textos poco convencionales de indudable interés, apuesta una vez más por la palabra y la técnica, por la calidad comprometida encarnada en una actriz con sólida formación y talento… Continuar leyendo en TRAGYCOM