Tras disfrutar de “Manténgase a la espera” (que me enamoró) y “A protestar a la Gran Vía” (que estuvo tres años en el Teatro Lara y actualmente se representa en el Teatro Alfil), sé que un espectáculo realizado por Los Absurdos Teatro es señal de calidad y buen hacer y será, sin duda, un buen espectáculo. Ver los entresijos de un teatro es un entretenimiento maravilloso pero si cuenta con Alfonso Mendiguchía (autor del texto) y Patricia Estremera como guías de la visita teatralizada, la experiencia se vuelve tan amena como una charla entre amigos.
El Teatro Lara, uno de los más antiguos y castizos teatros de Madrid, ha tenido la iniciativa de desnudarse frente al público, enseñarnos sus más recónditos rincones y contarnos su historia. Un teatro que, tras abrir en septiembre de 1880 y contar una trayectoria cuasi-ininterrumpida, ha estrenado obras de Jacinto Benavente, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán o los hermanos Álvarez Quintero. Un teatro que albergó una compañía residente que representaba 30 piezas distintas a la semana en una maratoniana sesión continua.
Pasillos, pasadizos, camerinos y escenarios son mostrados con tanto cariño como si se tratara de presentar a un abuelo centenario. Las historias de este abuelo son dignas de escuchar; tanto, que la visita de más de una hora se me hizo corta.
Eché en falta una visita del que dicen es el fantasma de Lola Membrives, la bruja para los enemigos, la última gran dama de la compañía del Lara. Repetiré la visita, a ver si hay suerte la próxima vez.