Sol Picó levanta expectación cada vez que presenta sus propuestas. En esta ocasión, la también directora del espectáculo pone la atención sobre las mujeres y las vivencias que éstas tienen en el seno de las diferentes culturas de todo el mundo, las cuales están tan alejadas entre sí en sus enfoques como cercanas en la esencia.
La puesta en escena del espectáculo va más allá de la coreografía y tiene uno de sus pilares en la misma escenografía. En este sentido, la acción se sitúa en un campamento en el desierto y, inevitablemente, la arena se convierte en un elemento importante con el que deben convivir las propias bailarinas. Se trata de una puesta en escena atractiva y funcional, que tiene su propio significado dentro del espectáculo. Además cuenta con música en directo, lo que se agradece en este tipo de propuestas. Música del sur que encaja perfectamente con lo que se representa.
La parte coreográfica e interpretativa tiene aportaciones muy interesantes y visualmente creativas, como es un número en el que se baila zapateado con zapatillas de danza clásica, golpeando con las puntillas y en medio de la arena. En este sentido, el espectáculo se caracteriza por la integración, desde los diferentes elementos culturales proporcionados por las bailarinas hasta el mismo baile. Así, iremos descubriendo cómo viven, qué sienten y cómo son vistas estas mujeres en la sociedad actual, presenciando desde una lapidación impactante hasta el papel de títere que tiene la mujer en la sociedad japonesa. En este sentido, se trata de un espectáculo visualmente potente y con grandes ideas en el que, a pesar de momentos que podrían haberse agilizado o acortado, Sol Picó ha hecho un muy buen trabajo.