Ha arrancado ya la temporada de grandes musicales en Madrid y no podía hacerlo de mejor manera; con Wicked en el Teatro Nuevo Alcalá, un estreno deslumbrante que me dejó fascinada de principio a fin. La magia, la emoción y el espectáculo alcanzan un nivel que hay que vivir en directo.
El elenco es una auténtica constelación repleta de talento, pero destacan especialmente Cristina Picos, que encarna a Elphaba, y Cristina Llorente como Glinda—dos personajes que, por separado, poseen presencias magnéticas, y unidas tejen una química impresionante. Juntas, funcionan a la perfección como contrapunto dramático y emocional.
Confieso que soy de las poquísimas personas que llegaba sin saber nada de esta historia ni haber sentido curiosidad por el fenómeno Wicked. Y quizá por eso, la sorpresa ha sido aún mayor: me conquistó por su relato lleno de giros, la intensidad de sus dramas, el equilibrio entre fantasía y realidad y esa magia especial que, pese al paso del tiempo, sigue viva y conecta con el corazón de sus seguidores y seguidoras más fieles, como pude comprobar a mi alrededor esa noche.
Más allá del brilli-brilli, me paro un poco y reflexiono; los temas que plantea Wicked no podían llegar en un momento más oportuno, ya que hablan de amistad, empatía y de mirar más allá de las apariencias, además de luchas internas y sociales que dan para pensar mucho. Es, sin duda, uno de los espectáculos imprescindibles de esta temporada para toda aquella persona que quiera soñar con un mundo mejor (a riesgo de sonar cursi) y dejarse llevar por una producción que arranca largos aplausos porque emociona, divierte y conmueve.