La Ciudad Esmeralda ha llegado al Nuevo Teatro Alcalá de Madrid para inundarlo de colores, sobretodo de ese verde esmeralda brillante e intenso que anhelábamos ver. El musical de éxito reconocido en diferentes partes del mundo por fin ha llegado a la capital y nos ha dejado boquiabiertos con su escenografía, su vestuario, la caracterización de sus personajes, sus coreografías, la música y las voces del gran elenco que pisaba el escenario, y que a veces volaba también.
La historia del libreto de Winnie Holzman basada en la novela Wicked: Memorias de una bruja mala de Gregory Maguire, y dirigida por Sergio Serrano nos presenta el antes de dos chicas muy diferentes, Elphaba –Cristina Picos– y Glinda –Cristina Llorente-, que coinciden en un mismo tiempo y lugar, la universidad de Shiz. La relación entre ellas comienza siendo de rivalidad por sus claras diferencias de personalidad y apariencia y acaba evolucionando en una gran amistad. Los acontecimientos que van sucediendo durante la obra hacen que se transformen en la futura ‘bruja mala del oeste’ y futura ‘bruja buena del norte’, respectivamente. Y solo puedo decir, que ambas brillaban en el escenario y no solamente por sus vestidos.
Wicked, el musical, más allá de su espectacular puesta en escena, nos invita a reflexionar sobre temas actuales y humanos. Habla de la amistad verdadera, de la discriminación hacia quienes piensan o son diferentes, y de lo difícil que puede ser encajar cuando no sigues lo estipulado por la sociedad. También nos hace cuestionarnos qué es realmente “lo bueno” o “lo malo”, y cómo esas etiquetas muchas veces dependen de los intereses que haya detrás y cómo nuestras creencias la mayoría de las veces se construyen sin conocer todas las versiones.
Lo de Wicked es un verdadero hechizo escénico que se produce en el Nuevo Teatro Alcalá y que te deja flotando sobre las tierras de Oz, ;). Hay que vivirlo para sentirlo.