Yllana añade con Greenpiss otro capítulo a su catálogo de retratos de la evolución (y perversión) del hombre (sí, en masculino), y se zambulle esta vez en esa sensación de bienestar globalizado a costa de sacrificios climáticos que solo se atreven a denunciar unos pocos.
La vida de los humanos tuvo un punto de inflexión en la revolución industrial, cuando se apostó por introducir las máquinas en el proceso de fabricación. Así se alcanzó la producción en serie y dio comienzo la globalización que hoy nos rodea, con millones de bienes de consumo hechos en cadena.
Lo curioso de Greenpiss es que perpetúa, a su modo, esa forma de fabricación en cadena, un estilo muy propio de la globalización. Y es que la manera de hacer y proponer el show con el sello Yllana tiene una misma base desde hace décadas.
Esta premisa podría hacernos pensar que tenemos poco de que sorprendernos ante una nueva propuesta. Pues no es así, porque todo muta al desnudar con inteligente ingenio esos lugares comunes que compartimos la inmensa mayoría de los que vivimos en la misma sociedad.
Aunque el espectador ya haya visto ‘666’, ‘Brokers’, ‘Zoo’ o ‘Gag Movie’, entre otras muchas, y conozca al dedillo esa dinámica bien engrasada de Yllana, se vuelve a sorprender y a reír, a veces a carcajadas, como si fuera la primera vez.
Sí, alguno puede decir que es humor en serie, pero son pocos los que salen de la sala sin que Greenpiss le haya arrancado las habituales carcajadas en cadena. Son especialistas en lo que hacen, paradójicamente artesanos de su particular producción en serie.