En Esperando a Godot Atalaya Teatro aborda por vez primera una obra de Samuel Beckett, quien ha sido, sin embargo, un referente en no pocas ocasiones dentro de los procesos de formación e investigación de actores y director, incluyendo una puesta en escena de Nana en 1999.
Sinopsis
En escena, cuatro de los más veteranos actores y pedagogos del grupo que, a lo largo de un cuarto de siglo, han tomado parte en la mayor parte de los montajes creados por Atalaya. Ellos son los intérpretes idóneos para esta obra donde el texto alcanza cuotas sublimes entre lo absurdo y la tragicomedia.
El texto sigue con fidelidad al autor (ya que, por otro lado, Samuel Beckett no permite versión ni adaptación alguna) pero con un ritmo vivo que lo aleja de las visiones demasiado densas y oscuras que tanto se prodigan sobre la obra becketiana. En el montaje se ha puesto el acento en su carácter de tragicomedia, un estilo en el que Atalaya se maneja muy bien como muestran las versiones de Celestina y Divinas Palabras, las dos obras más representadas por Atalaya en toda su trayectoria. En esta ocasión, sin embargo, no aparece el tono telúrico de dichos montajes, sino que predomina un clima que bien pudiera asemejarse a las pinturas de Magrite o los dibujos de El Roto, sin olvidar la influencia del teatro de la muerte y de los objetos de Tadeusz Kantor.