Danzas románticas, es el nuevo espectáculo creado por el tándem catalán Guillem Mont de Palol y Jorge Dutor; un solo creado e interpretado por el primero, con dirección escenografía y vestuario del segundo.

Sinopsis

De una forma distendida y divertida, el público es dispuesto muy cercano al intérprete como formando también parte indisociable de esta propuesta inmersiva, donde es llevado a reflexionar sobre un tema serio desde un divertimento que propone un viaje singular a través de algunos ballets relevantes –La Silphide, Giselle, Coppelia, Raymonda, Sheherezade-, partiendo de sus convenciones, estereotipos, clichés, manierismos y músicas descriptivas, con la idea de resignificarlos desde sus propios códigos en un cuerpo ajeno a estas prácticas, un cuerpo danzante de nuestro tiempo, que se expresa desde la acción performativa y otra gestualidad.

De allí surgen nuevas interpretaciones, historias y lecturas posibles. Según dicen ellos mismos, han querido meter las manos en las convenciones de los ballets románticos para “intentar sanar ciertas crueldades de las que aún somos herederos”. Entre ellas la noción del amor romántico o la idea de la fatalidad y la fragilidad vinculada a la mujer, que viene ya diseñada en la misma técnica del ballet clásico, que hace claras distinciones entre los roles masculinos dotados de fuerza física y poderío, frente a los movimientos asignados a los femeninos, tendentes a la fragilidad, ligereza e inferioridad.

En Danzas románticas encontramos un énfasis muy especial en las músicas originales de cada uno de estos ballets, diseñadas serviles a favor de las historias, esos cuentos sobrenaturales, exóticos y trágicos descritos por las partituras de Stravinsky, Chopin, Delibes o Rimsky-Korsakov, que subrayaban el carácter de estas mujeres etéreas que eran hadas, espíritus o sonámbulas martirizadas por hombres mortales. “En Danzas Románticas queremos acercarnos al ballet desde una perspectiva de género crítica poniendo las problemáticas de las políticas del cuerpo romántico en juego”, han declarado sus autores.

Duración:
Sinopsis

De una forma distendida y divertida, el público es dispuesto muy cercano al intérprete como formando también parte indisociable de esta propuesta inmersiva, donde es llevado a reflexionar sobre un tema serio desde un divertimento que propone un viaje singular a través de algunos ballets relevantes –La Silphide, Giselle, Coppelia, Raymonda, Sheherezade-, partiendo de sus convenciones, estereotipos, clichés, manierismos y músicas descriptivas, con la idea de resignificarlos desde sus propios códigos en un cuerpo ajeno a estas prácticas, un cuerpo danzante de nuestro tiempo, que se expresa desde la acción performativa y otra gestualidad.

De allí surgen nuevas interpretaciones, historias y lecturas posibles. Según dicen ellos mismos, han querido meter las manos en las convenciones de los ballets románticos para “intentar sanar ciertas crueldades de las que aún somos herederos”. Entre ellas la noción del amor romántico o la idea de la fatalidad y la fragilidad vinculada a la mujer, que viene ya diseñada en la misma técnica del ballet clásico, que hace claras distinciones entre los roles masculinos dotados de fuerza física y poderío, frente a los movimientos asignados a los femeninos, tendentes a la fragilidad, ligereza e inferioridad.

En Danzas románticas encontramos un énfasis muy especial en las músicas originales de cada uno de estos ballets, diseñadas serviles a favor de las historias, esos cuentos sobrenaturales, exóticos y trágicos descritos por las partituras de Stravinsky, Chopin, Delibes o Rimsky-Korsakov, que subrayaban el carácter de estas mujeres etéreas que eran hadas, espíritus o sonámbulas martirizadas por hombres mortales. “En Danzas Románticas queremos acercarnos al ballet desde una perspectiva de género crítica poniendo las problemáticas de las políticas del cuerpo romántico en juego”, han declarado sus autores.

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