Sinopsis

En Del infierno al paraíso, las mujeres y los hombres, terrestres y divinos, mortales e inmortales de los que Dante narra en la Divina Comedia no son cuerpos, sino inteligencias, memorias, visiones, deseos, ideas: almas. Y las almas no pesan. Esta intuición física y poética es el punto de apoyo desde el que emprende, literalmente, el vuelo el montaje de Emiliano Pellisari.

SINOPSIS

Sobre el escenario los bailarines acróbatas se mueven, vuelan en el aire y crean figuras irreales. Inspirado en las maravillas del teatro barroco y sostenido por los actuales recursos tecnológicos, esta performance total es una encrucijada entre magia, ilusión y nouveau cirque.

El viaje se desmaterializa poco a poco: las referencias, que nunca son realistas, al principio se reconocen en los episodios y en los diferentes protagonistas del poema, para luego adquirir una transformación menos evidente. Y en el mismo tiempo, cada vez más puro es el corazón visual del espectáculo, en la comprensión y restitución del progresivo extravío de sí del hombre Dante, prevaleciendo un estupefacto sentir espiritual, de una suspendida y cándida ligereza del ser.

Sinopsis

En Del infierno al paraíso, las mujeres y los hombres, terrestres y divinos, mortales e inmortales de los que Dante narra en la Divina Comedia no son cuerpos, sino inteligencias, memorias, visiones, deseos, ideas: almas. Y las almas no pesan. Esta intuición física y poética es el punto de apoyo desde el que emprende, literalmente, el vuelo el montaje de Emiliano Pellisari.

SINOPSIS

Sobre el escenario los bailarines acróbatas se mueven, vuelan en el aire y crean figuras irreales. Inspirado en las maravillas del teatro barroco y sostenido por los actuales recursos tecnológicos, esta performance total es una encrucijada entre magia, ilusión y nouveau cirque.

El viaje se desmaterializa poco a poco: las referencias, que nunca son realistas, al principio se reconocen en los episodios y en los diferentes protagonistas del poema, para luego adquirir una transformación menos evidente. Y en el mismo tiempo, cada vez más puro es el corazón visual del espectáculo, en la comprensión y restitución del progresivo extravío de sí del hombre Dante, prevaleciendo un estupefacto sentir espiritual, de una suspendida y cándida ligereza del ser.

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