EISA JOCSON: Macho Dancer + Corponomy

EISA JOCSON: Macho Dancer + Corponomy

Eisa Jocson presenta en los Teatros del Canal dos de sus obras: Corponomy y Macho Dancer.

Se facilitará traducción al español.

Sinopsis

Sabemos poco de la danza que se hace en Filipinas. Sin embargo, la imagen de una gogo girl haciendo pole dance en un night club o un macho dancer con la bragueta abierta meneándose en un bar gay son instantáneas que admitiríamos como postales típicas de Manila. No muy visible y muchísimo menos prolífica y popular, hay una danza contemporánea, que puede llegar a ser muy crítica con la otra. Así lo evidencia el trabajo de Eisa Jocson, bailarina, coreógrafa y artista visual, que ha venido desarrollando su obra ofreciendo una mirada crítica a la práctica, perfectamente codificada y establecida en su país, de usar el cuerpo danzante como una transacción económica.
Dos obras conforman su debut madrileño. Una de ellas, Corponomy, es perfecta carta de presentación, en tanto conferencia bailada, en la que la artista desglosa su peculiar investigación sobre el cuerpo como transacción, que comenzó con la mirada nocturna, sexual y pragmática del negocio de los night clubs, desplegada en su trilogía Death of the Pole Dancer (2011), Macho Dancer (2013) y Host (2015), y continuada con su investigación y cuestionamiento al uso y connotación del cuerpo danzante de las princesas Disney, la trilogía Happyland, en la que aparece vestida de Blancanieves, un rol impensable para las cientos de chicas filipinas que van a trabajar de animadoras a Disneyland Hong Kong y que, por  razones étnicas, quedan relegadas a desfilar día tras día como cebras en el séquito de El rey león o monas en la corte de Tarzán.

La otra pieza, Macho Dancer, quizá sea una de las más contundentes de su trayectoria. En este solo, Eisa Jocson invierte el rol y se presenta como lo haría un macho stripper de club gay bailando en la barra por dinero. Después de haber estudiado a fondo los códigos de la pole dance para la primera parte de su  trilogía, en esta segunda parte asimila la técnica de danza del stripper masculino desde su energía femenina, logrando subvertir unos roles que se centran en el mismo fin: el cuerpo como objeto de transacción.

Duración:
Idioma:
Inglés
Sinopsis

Sabemos poco de la danza que se hace en Filipinas. Sin embargo, la imagen de una gogo girl haciendo pole dance en un night club o un macho dancer con la bragueta abierta meneándose en un bar gay son instantáneas que admitiríamos como postales típicas de Manila. No muy visible y muchísimo menos prolífica y popular, hay una danza contemporánea, que puede llegar a ser muy crítica con la otra. Así lo evidencia el trabajo de Eisa Jocson, bailarina, coreógrafa y artista visual, que ha venido desarrollando su obra ofreciendo una mirada crítica a la práctica, perfectamente codificada y establecida en su país, de usar el cuerpo danzante como una transacción económica.
Dos obras conforman su debut madrileño. Una de ellas, Corponomy, es perfecta carta de presentación, en tanto conferencia bailada, en la que la artista desglosa su peculiar investigación sobre el cuerpo como transacción, que comenzó con la mirada nocturna, sexual y pragmática del negocio de los night clubs, desplegada en su trilogía Death of the Pole Dancer (2011), Macho Dancer (2013) y Host (2015), y continuada con su investigación y cuestionamiento al uso y connotación del cuerpo danzante de las princesas Disney, la trilogía Happyland, en la que aparece vestida de Blancanieves, un rol impensable para las cientos de chicas filipinas que van a trabajar de animadoras a Disneyland Hong Kong y que, por  razones étnicas, quedan relegadas a desfilar día tras día como cebras en el séquito de El rey león o monas en la corte de Tarzán.

La otra pieza, Macho Dancer, quizá sea una de las más contundentes de su trayectoria. En este solo, Eisa Jocson invierte el rol y se presenta como lo haría un macho stripper de club gay bailando en la barra por dinero. Después de haber estudiado a fondo los códigos de la pole dance para la primera parte de su  trilogía, en esta segunda parte asimila la técnica de danza del stripper masculino desde su energía femenina, logrando subvertir unos roles que se centran en el mismo fin: el cuerpo como objeto de transacción.

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