El grito del cardo

El grito del cardo

El grito del cardo es el nuevo trabajo de Trajín Teatro, compañía que ya nos conmovió con su anterior propuesta, MAUTHAUSEN. La voz de mi abuelo. De nuevo en formato unipersonal, Inma González protagoniza y dirige esta obra, con dramaturgia de Sandra Jiménez, que es un espectáculo creado para dar voz a aquello que permanece a la sombra cuando lo diferente, lo controvertido, lo que se sale de las normas establecidas, se reprime o se oculta en el olvido.

Trajín Teatronos presenta un mundo donde ser mujer, pobre y huérfana te condena a la exclusión, a la soledad. Pero al final, la flor del cardo, con su poderoso color morado, siempre se abre paso. La gran cantaora de flamenco Carmen Linares le ha puesto voz a dos de los temas que suenan en la función, compuestos por Luis Miguel Lucas, para conformar este espectáculo.

Sinopsis

El grito del cardo es un espectáculo creado para darle voz a aquello que permanece a la sombra cuando lo diferente, lo controvertido, lo que se sale de las normas establecidas, se reprime o se oculta en el olvido. La condición social con la que nacemos, nuestras circunstancias, e incluso nuestro sexo, determinan el papel en el mundo que nos es designado, limitando nuestra capacidad de libertad. Somos lo que podemos, o lo que nos dejan ser. Así, cuando intentamos trascender roles y patrones, nos topamos con una violencia que va penetrando en el alma y que deja una profunda huella en lo que somos. La huella de la imposibilidad.

A través de constantes idas y venidas en el tiempo, Mariana nos irá revelando cuáles fueron sus estrategias para poder sobrevivir en un mundo donde ser mujer, pobre y huérfana te condena a la exclusión, a la soledad. La memoria juega un papel esencial, ya que presente y pasado se van confundiendo en una habitación de constricción donde acecha la muerte. Una habitación que surge como metáfora de todo lo que escondemos de puertas para adentro: el abandono, la cerrazón, la miseria, la injusticia. Una habitación de una residencia cualquiera donde, tras años de silencio, por fin se escuchará el grito de una flor que, habiendo crecido en los márgenes de lo convencional, conserva intactas sus espinas y su dignidad.

La compañía

Trajín Teatro nace en 2018 con el estreno de Mauthausen. La voz de mi abuelo. Inma González arranca este proyecto por la necesidad de darle forma a la historia de su abuelo. Después de 20 años de profesión, Trajín Teatro se ha convertido en un proyecto personal de futuro en el que continuar con la investigación en el hecho teatral. Tras varias nominaciones a los Premios Max y varios premios conseguidos, presentan ahora El grito del cardo una obra que ha querido ahondar en la imposibilidad para, a través de la ficción, preguntarnos por los límites y las consecuencias de la represión. Una vez más nos hacemos cargo de nuestro pasado reciente, de nuestra herencia, comenta la compañía, hemos querido ahondar en la imposibilidad para, a través de la ficción, preguntarnos por los límites y las consecuencias de la represión. Un profundo y meticuloso trabajo con el objeto, así como el uso poético de todos los elementos que componen la escena se reafirmarán como sello de identidad de la compañía, que vuelve a apostar por el formato unipersonal para darle voz a los invisibles. La compañía hace un teatro como responsabilidad moral, porque, y según sus palabras: creemos que nuestro compromiso como artistas es rescatar del olvido todo aquello que permanece silenciado y esta abocado a perderse entre las grietas oscuras de la historia.

Exposición 'Emancipación: El olvido en femenino'

Esta exposición de collage acompaña la obra El grito del cardo como extensión de un tema en común: la mujer a la sombra, en un contexto de represión. Desde ambas disciplinas, teatro y collage, se aborda una temática desde dos prismas distintos que confluyen en la raíz, en el motor de su ser. Ambas trabajan con la historia real y con la ficción, y tienen en común un lenguaje poético y metafórico, que nos permite ahondar en la comprensión de una realidad desde un punto de vista más troncal, más universal, para ir de lo concreto a lo interseccional. La mujer y la imposibilidad de ser, de emanciparse, son el nexo conductor de ambas. El objeto, tanto utilizado para la creación de la puesta en escena, como elemento principal del collage, es utilizado en ambos casos como portador de metáfora, siendo transmutado y despojado de su funcionalidad cotidiana. Así, tanto la puesta en escena como el trabajo de collage, tienen raíces comunes en el proceso creativo.
Sandra Jiménez autora de la exposición nos muestra un trabajo reivindicativo y pone en el foco central lo silenciado, lo reprimido, lo relegado al olvido. No se puede concebir su trabajo y su manera de contar sin la presencia de un fuerte lenguaje poético, sin el peso de lo metafórico, sin el impulso de hablar en femenino de lo femenino.
La exposición se podrá visitar en el vestíbulo de las salas Guirau y Jardiel Poncela, al acceder a la función.
Duración:
Sinopsis

El grito del cardo es un espectáculo creado para darle voz a aquello que permanece a la sombra cuando lo diferente, lo controvertido, lo que se sale de las normas establecidas, se reprime o se oculta en el olvido. La condición social con la que nacemos, nuestras circunstancias, e incluso nuestro sexo, determinan el papel en el mundo que nos es designado, limitando nuestra capacidad de libertad. Somos lo que podemos, o lo que nos dejan ser. Así, cuando intentamos trascender roles y patrones, nos topamos con una violencia que va penetrando en el alma y que deja una profunda huella en lo que somos. La huella de la imposibilidad.

A través de constantes idas y venidas en el tiempo, Mariana nos irá revelando cuáles fueron sus estrategias para poder sobrevivir en un mundo donde ser mujer, pobre y huérfana te condena a la exclusión, a la soledad. La memoria juega un papel esencial, ya que presente y pasado se van confundiendo en una habitación de constricción donde acecha la muerte. Una habitación que surge como metáfora de todo lo que escondemos de puertas para adentro: el abandono, la cerrazón, la miseria, la injusticia. Una habitación de una residencia cualquiera donde, tras años de silencio, por fin se escuchará el grito de una flor que, habiendo crecido en los márgenes de lo convencional, conserva intactas sus espinas y su dignidad.

La compañía
Trajín Teatro nace en 2018 con el estreno de Mauthausen. La voz de mi abuelo. Inma González arranca este proyecto por la necesidad de darle forma a la historia de su abuelo. Después de 20 años de profesión, Trajín Teatro se ha convertido en un proyecto personal de futuro en el que continuar con la investigación en el hecho teatral. Tras varias nominaciones a los Premios Max y varios premios conseguidos, presentan ahora El grito del cardo una obra que ha querido ahondar en la imposibilidad para, a través de la ficción, preguntarnos por los límites y las consecuencias de la represión. Una vez más nos hacemos cargo de nuestro pasado reciente, de nuestra herencia, comenta la compañía, hemos querido ahondar en la imposibilidad para, a través de la ficción, preguntarnos por los límites y las consecuencias de la represión. Un profundo y meticuloso trabajo con el objeto, así como el uso poético de todos los elementos que componen la escena se reafirmarán como sello de identidad de la compañía, que vuelve a apostar por el formato unipersonal para darle voz a los invisibles. La compañía hace un teatro como responsabilidad moral, porque, y según sus palabras: creemos que nuestro compromiso como artistas es rescatar del olvido todo aquello que permanece silenciado y esta abocado a perderse entre las grietas oscuras de la historia.
Exposición 'Emancipación: El olvido en femenino'
Esta exposición de collage acompaña la obra El grito del cardo como extensión de un tema en común: la mujer a la sombra, en un contexto de represión. Desde ambas disciplinas, teatro y collage, se aborda una temática desde dos prismas distintos que confluyen en la raíz, en el motor de su ser. Ambas trabajan con la historia real y con la ficción, y tienen en común un lenguaje poético y metafórico, que nos permite ahondar en la comprensión de una realidad desde un punto de vista más troncal, más universal, para ir de lo concreto a lo interseccional. La mujer y la imposibilidad de ser, de emanciparse, son el nexo conductor de ambas. El objeto, tanto utilizado para la creación de la puesta en escena, como elemento principal del collage, es utilizado en ambos casos como portador de metáfora, siendo transmutado y despojado de su funcionalidad cotidiana. Así, tanto la puesta en escena como el trabajo de collage, tienen raíces comunes en el proceso creativo.
Sandra Jiménez autora de la exposición nos muestra un trabajo reivindicativo y pone en el foco central lo silenciado, lo reprimido, lo relegado al olvido. No se puede concebir su trabajo y su manera de contar sin la presencia de un fuerte lenguaje poético, sin el peso de lo metafórico, sin el impulso de hablar en femenino de lo femenino.
La exposición se podrá visitar en el vestíbulo de las salas Guirau y Jardiel Poncela, al acceder a la función.
Ficha artística
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