Esquizofonía es una pieza sonora y escénica articulada a través de un silbido. El cuerpo que silba (el de la actriz Marisa Pons, en este caso, silbatriz) se construye en escena como un ser ambiguo, y la pieza se sitúa en la frontera entre lo natural y lo artificial para explorar las cualidades esquizofónicas de ambos mundos.

Sinopsis

El cuerpo -humano- que silba renuncia a la palabra, convertido en un ser que es mujer y máquina a un tiempo. “Este silbido vive en la abstracción -dice Pons. Intento entender su comportamiento y sus dinámicas. Pienso en animales pero no olvido que el silbido no tiene cuerpo: el cuerpo es el mío y ya no me disfrazo más”.
Con esta van tres piezas en las que la creadora mantiene una investigación que tiene por objeto explorar las posibilidades escénicas del silbido. Esquizofonía viene a sumarse a “Episodio 08 y a Cosa negra”, con lo que las dinámicas de esta exploración están así cada vez más claras y mejor definidas. Pero esta tercera pieza ha abordado su creación, por primera vez, en diálogo con otras especialidades escénicas.  Visualmente, la propuesta parte de un lugar desnudo y luminoso dispuesto para evocar paisajes abiertos, un ambiente vacío y mudo desde donde el cuerpo que silba, su único habitante, desarrolla una energía sin tiempo, sin pasado y sin futuro.

El término esquizofonía fue acuñado por el compositor y ambientalista canadiense Raymond Murray Schafer para aludir a la fisura abierta entre un sonido original y su reproducción en otro tiempo y lugar. Él sitúa el nacimiento de la esquizofonía en el tiempo de la Revolución Industrial, como una más de las cualidades naturales que se vieron alteradas en ese momento de transformación radical en el que empieza una supuesta emancipación del ser humano respecto a la naturaleza y a su propia esencia animal. El silbido proporciona al cuerpo que silba una razón para anclarse a esa esencia, evidenciando, a través del sonido, una dualidad compleja.
Inspirándose en melodías populares europeas, desde el flamenco a las tradiciones de los países del Este, la pieza se construye a partir del encadenado de variaciones melódicas. Si algo tienen en común esas culturas musicales es la elongación del sonido, su estiramiento en forma de lamento o quejido. Así, la composición silbada es un continuo melódico articulado en varias texturas: el silbido a capela, microfonado y en polifonía mediante pedal de loop. A esto se añaden otros sonidos, orgánicos e industriales, que van a completar lo que sin duda es una experiencia sonora absolutamente genuina

Duración:
Sinopsis

El cuerpo -humano- que silba renuncia a la palabra, convertido en un ser que es mujer y máquina a un tiempo. “Este silbido vive en la abstracción -dice Pons. Intento entender su comportamiento y sus dinámicas. Pienso en animales pero no olvido que el silbido no tiene cuerpo: el cuerpo es el mío y ya no me disfrazo más”.
Con esta van tres piezas en las que la creadora mantiene una investigación que tiene por objeto explorar las posibilidades escénicas del silbido. Esquizofonía viene a sumarse a “Episodio 08 y a Cosa negra”, con lo que las dinámicas de esta exploración están así cada vez más claras y mejor definidas. Pero esta tercera pieza ha abordado su creación, por primera vez, en diálogo con otras especialidades escénicas.  Visualmente, la propuesta parte de un lugar desnudo y luminoso dispuesto para evocar paisajes abiertos, un ambiente vacío y mudo desde donde el cuerpo que silba, su único habitante, desarrolla una energía sin tiempo, sin pasado y sin futuro.

El término esquizofonía fue acuñado por el compositor y ambientalista canadiense Raymond Murray Schafer para aludir a la fisura abierta entre un sonido original y su reproducción en otro tiempo y lugar. Él sitúa el nacimiento de la esquizofonía en el tiempo de la Revolución Industrial, como una más de las cualidades naturales que se vieron alteradas en ese momento de transformación radical en el que empieza una supuesta emancipación del ser humano respecto a la naturaleza y a su propia esencia animal. El silbido proporciona al cuerpo que silba una razón para anclarse a esa esencia, evidenciando, a través del sonido, una dualidad compleja.
Inspirándose en melodías populares europeas, desde el flamenco a las tradiciones de los países del Este, la pieza se construye a partir del encadenado de variaciones melódicas. Si algo tienen en común esas culturas musicales es la elongación del sonido, su estiramiento en forma de lamento o quejido. Así, la composición silbada es un continuo melódico articulado en varias texturas: el silbido a capela, microfonado y en polifonía mediante pedal de loop. A esto se añaden otros sonidos, orgánicos e industriales, que van a completar lo que sin duda es una experiencia sonora absolutamente genuina

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