Familie es el nuevo espectáculo del creador suizo Milo Rau, dramaturgo, director, cineasta y periodista. Una propuesta teatral de alto voltaje político en el que hace determinante el axioma del feminismo: lo personal es político.
Sinopsis
En Familie, tirando de tópico, da una vuelta de tuerca más y nos muestra a una familia real, la conformada por una pareja de actores (An Miller y Filip Peeters) y sus hijas adolescentes (Louisa y Leonce), interpretando a la familia Demeester, también de cuatro miembros, que protagonizó un hecho espeluznante cuando decidieron suicidarse juntos en Calais, donde vivían, al norte de Francia. Lo más significativo es que era una familia “normal” de clase media, sin problema alguno, una familia como tantas otras. La noche anterior al suicidio es lo que se pone en escena en esta pieza.
Milo Rau ha declarado que era precisamente el cariz inexplicable del hecho lo que le interesaba explorar. “Nadie en la familia Demeester -cuenta el director- tenía problemas psiquiátricos o financieros, nadie estaba lidiando con una enfermedad o usando drogas; no hubo separación ni deseo de venganza. Una noche, estas cuatro personas simplemente decidieron poner fin a sus vidas. Escribieron una nota de suicidio absolutamente inquietante: ‘nos hemos equivocado demasiado’. Y luego, los padres y sus dos hijos se ahorcaron en el porche. Es un completo misterio”. Nos asaltan muchas preguntas al respecto: ¿qué hay detrás de una supuesta familia feliz? ¿El horizonte de la clase media es una especie de nihilismo descafeinado? ¿Esta familia es un reflejo de la decadencia de Europa? ¿Es la toma de consciencia de ser gente con dos coches y una casa adosada, consumistas a expensas del tercer mundo, incapaces de expresar el amor fuera de los convencionalismos, lo que nos aboca a este vacío, a este sinsentido? En la obra, el protagonismo lo sustentan las hijas adolescentes, precisamente porque tienen el marrón encima de vérselas con un futuro nada halagüeño, cargando además con ese karma de no poder vivir como uno imaginó que viviría. Ese entorno privado y su abrupto final nos lanza un mensaje desesperado al común de los hijos sanos del capitalismo feroz: ¿Qué mundo estamos construyendo? ¿Qué mundo estamos destruyendo? ¿Qué herencia estamos dejando?