Ingovernables es un recorrido por los diferentes espacios cotidianos que conforman una de las problemáticas más importantes generadas a partir de la crisis global de 2008. La propia caída del mercado inmobiliario dio pie a una nueva fase del capitalismo financiero, centrado una vez más en un derecho básico de las personas: la vivienda. Pero las normas han cambiado. Y con esto se ha expandido un fenómeno, que aunque ya existía, ahora se ha vuelto más voraz y agresivo: la destrucción del territorio y la transformación del mismo sobre la base de su rendimiento económico. Esto es, turistificación, gentrificación, expulsión de vecinos y vecinas de sus casas y barrios, y el sacrificio de parajes naturales y rurales bajo la apisonadora del falso ídolo: el progreso o, lo que es lo mismo, la rentabilidad, el negocio.
A través de textos ácidos se crean situaciones hilarantes que retuercen la muesca de cinismo que impera en el mercado. A través del movimiento y la danza política, se representan los flujos de personas que pierden su medio de vida, su vivienda y su dignidad; la precarización narrada a través de los ojos de las que la sufren y también a través de los ojos de los que obtienen beneficios a su costa.
Esta obra llega para poner serias dudas sobre la mesa, cuestionarnos el por qué y tomar conciencia que somos muchas, que quizá en el fondo no están tan seguros sobre sus torres de marfil. Sólo tal vez. Para plantearnos que tal vez, y sólo tal vez, aún tenemos las fuerzas para dar guerra.
Envuelta en el ritmo trepidante de trompetas, sintetizadores y sonidos de excavadora, la música en directo trepa el espacio escénico. Siete intérpretes en escena defendiendo las palabras y los gestos que acompañan al movimiento.
Atirohecho, compañía de teatro físico-político, es un artefacto escénico de Carla Chillida y Elías Taño que comienza a principios de 2011. Yarima Osuna y Margarida Mateos completan la milicia.
Sinopsis
Un homenaje a las que han luchado para defender el territorio, la huerta, el derecho a vivir en paz. Y a las que han perdido. A las que están por venir, y que ya llegan. Y en la esperanza de que en un mundo sin plan B, encontramos salidas a la devastación depredadora del capital. Dedicado a todas las vecinas que luchan para defender el territorio y proteger la vivienda.