Jaguar es el nuevo espectáculo conjunto de Marlene Monteiro con Andreas Merk. Un collage absurdo y surrealista, que se presenta como el revés retorcido del clown tradicional. Mucha risa, pero también asco e inquietud, ternura o pena.

Sinopsis

Hay dos tipos de espectadores única y exclusivamente: los que conocen el trabajo de la extravagante caboverdiana Marlene Monteiro Freitas, y los que no. Difieren en que los primeros pueden hacerse una idea de cómo va a transcurrir una de sus delirantes veladas y los segundos, en cambio, son ignorantes a punto de descubrir hasta dónde se puede llegar y, al mismo tiempo, cómo se puede sublimar lo grotesco. Las obras de Monteiro (y Jaguar no es excepción) son intencionadamente vulgares y ordinarias, pero por esa misma razón, una manera revolucionaria de presentar el cuerpo en escena, que se abre paso paso por un camino de kamikaze que va en dirección contraria a la convención que exige belleza y ensueño a la danza.

Monteiro en esta ocasión ha hecho alianza con Andreas Merk, que se presenta cómplice de los excesos de esta creación estrenada en 2017, en la que también destaca la escultura enorme de un caballo azul, un guiño probable a Der Blaue Reiter (El jinete azul), el movimiento que transformó el Expresionismo alemán, y también una escalera plateada de tres peldaños que conduce exactamente a ninguna parte. La cascada de muecas faciales y deformaciones corporales del dueto se mueve al ritmo de músicas en contraste que van de Stravinsky a David Bowie, aderezadas con batucada, Schönberg, Monteverdi y Puccini.

Duración:
Edad:
todos los públicos
Sinopsis

Hay dos tipos de espectadores única y exclusivamente: los que conocen el trabajo de la extravagante caboverdiana Marlene Monteiro Freitas, y los que no. Difieren en que los primeros pueden hacerse una idea de cómo va a transcurrir una de sus delirantes veladas y los segundos, en cambio, son ignorantes a punto de descubrir hasta dónde se puede llegar y, al mismo tiempo, cómo se puede sublimar lo grotesco. Las obras de Monteiro (y Jaguar no es excepción) son intencionadamente vulgares y ordinarias, pero por esa misma razón, una manera revolucionaria de presentar el cuerpo en escena, que se abre paso paso por un camino de kamikaze que va en dirección contraria a la convención que exige belleza y ensueño a la danza.

Monteiro en esta ocasión ha hecho alianza con Andreas Merk, que se presenta cómplice de los excesos de esta creación estrenada en 2017, en la que también destaca la escultura enorme de un caballo azul, un guiño probable a Der Blaue Reiter (El jinete azul), el movimiento que transformó el Expresionismo alemán, y también una escalera plateada de tres peldaños que conduce exactamente a ninguna parte. La cascada de muecas faciales y deformaciones corporales del dueto se mueve al ritmo de músicas en contraste que van de Stravinsky a David Bowie, aderezadas con batucada, Schönberg, Monteverdi y Puccini.

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