Love Chapter 2 es un espectáculo de danza de notable crescendo, crispada e inclemente, para seis individualidades que bailan juntas.
Sinopsis
A Sharon Eyal le va a resultar difícil desprenderse de la sombra de Ohad Naharin, ex director de la Batsheva Dance Company, de Israel. Bajo su ala se formó. Fueron 22 años bailando para él y asimilando su particular estilo, consolidado vía Gaga, su particular método corporal. Los últimos años supusieron también los de sus inicios como coreógrafa, estrenando con ellos su muy emblemática Bill. En 2013 emprendió su propia ruta con L-E-V, la compañía que formó junto a su compañero de vida y danza, Gai Behar, un productor de fiestas y eventos, protagonista de la noche de Tel Aviv.
Sus primeros montajes, lógicamente podría decirse, aparecían demasiado cerca de Batsheva. Quizá no logre desprenderse nunca (su base estética proviene de allí) pero su creación OCD Love (2015) parecía un intento serio por conseguir una voz propia. Tuvo éxito. Tanto, que se animó a crear una secuela, este Love Chapter 2, conectado con su antecesora pero con vida propia, lo que no hace necesario haber visto la primera para aproximarse a la segunda.
Las siglas médicas OCD (en inglés), corresponden a las del TOC español (Trastorno Obsesivo Compulsivo), y la inspiración de los dos trabajos de Eyal vienen del poema de Neil Hilborn que describe cómo afronta una persona con TOC el hecho de enamorarse. No es danza narrativa. Ni siquiera descriptiva. Pero la obsesión y la obstinación parecen guiar las dos creaciones. En complicidad con el dj Ori Lichtik, autor de la música y siempre presente en el escenario, Eyal crea en Chapter 2 una danza de notable crescendo, crispada e inclemente, para seis bailarines que lejos de parecer un conjunto, son más bien individualidades que bailan juntas. “Un grupo de almas oscuras que viajan perdidas por el vasto espacio del escenario”, la definió poéticamente un crítico en Holanda.