La vida es sueño es inabarcable. La gran obra de nuestro Siglo de Oro que cuestiona la naturaleza de la realidad y la capacidad del ser humano para la libertad.

Sinopsis

También es inabarcable el mundo virtual que cada vez más condiciona nuestra forma de experimentar “lo real”.

Este espectáculo plantea una reflexión sobre nuestra convivencia con el mundo de lo virtual. Mundo que, a pesar de ser cada vez más relevante para nuestra existencia, interpretamos como ilusión, como irrealidad, como engaño de los sentidos (o no). A partir de una investigación sobre el lenguaje audiovisual en el contexto de lo teatral, nos planteamos analizar las paradójicas relaciones entre corporeidad y virtualidad. Las tres dimensiones del escenario teatral, por donde se mueven los cuerpos de los intérpretes en tiempo real y en comunicación física con el espectador, se reducen a dos en nuestras pantallas. Superficies que se multiplican hasta el infinito en un mundo multipantalla que nos ofrece incontables reflejos contradictorios de lo que suponemos real.

¿Qué les pasa a nuestros cerebros, obligados a esta convivencia con esta infinitud de pantallas líquidas, de espejo múltiples a través de los cuales acceder a la “realidad”?

¿Es el ser una herida que abarca una vida entera y la paz una ausencia de relato?

Sinopsis

También es inabarcable el mundo virtual que cada vez más condiciona nuestra forma de experimentar “lo real”.

Este espectáculo plantea una reflexión sobre nuestra convivencia con el mundo de lo virtual. Mundo que, a pesar de ser cada vez más relevante para nuestra existencia, interpretamos como ilusión, como irrealidad, como engaño de los sentidos (o no). A partir de una investigación sobre el lenguaje audiovisual en el contexto de lo teatral, nos planteamos analizar las paradójicas relaciones entre corporeidad y virtualidad. Las tres dimensiones del escenario teatral, por donde se mueven los cuerpos de los intérpretes en tiempo real y en comunicación física con el espectador, se reducen a dos en nuestras pantallas. Superficies que se multiplican hasta el infinito en un mundo multipantalla que nos ofrece incontables reflejos contradictorios de lo que suponemos real.

¿Qué les pasa a nuestros cerebros, obligados a esta convivencia con esta infinitud de pantallas líquidas, de espejo múltiples a través de los cuales acceder a la “realidad”?

¿Es el ser una herida que abarca una vida entera y la paz una ausencia de relato?

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