Mefisto for ever
Drama

Mefisto for ever

Mefisto for ever es la adaptación libre que Tom Lanoye hace del Mefisto de Klaus Mann. Se trata de una fábula contemporánea sobre arte y política, integridad y traición, pasión y oportunismo.

Sinopsis

Después de que la extrema derecha llegue al poder, una compañía de teatro reflexiona sobre cómo proceder. Algunos deciden irse, otros se quedan. Kurt Köpler decide conducir la pelea desde adentro. La belleza es el arma del artista. ¿Pero cuánto tiempo puedes seguir así? ¿Dónde termina la estrategia y dónde comienza el compromiso fatal?

Kurt Köpler no es un cínico arribista como Hendrik Höfgen, el protagonista del Mefisto de Mann. En manos de Lanoye es mucho más complejo, mucho más trágico: un actor (el «gran actor» por excelencia) que pacta con los tiranos convencido de que milita en la causa del Bien. Cree, ingenuamente, que podrá mantener su libertad artística y «atacar el sistema desde dentro», y luego, cuando las cosas empiezan a venir mal dadas, piensa que así podrá salvar vidas.

Sobre el texto

Un tirano asciende al poder. En un importante teatro público, se produce un relevo significativo. Su director decide exiliarse por razones políticas y quien ocupa la vacante es otro profesional de la escena, convencido de que podrá enfrentarse al nuevo régimen con un teatro comprometido. Las artimañas del ministro de Cultura y sus burócratas impedirán la cándida pretensión del recién llegado, el cual, como añadida justificación a su trabajo, exhibe su protección a colegas, amenazados por feroces depuraciones. El protagonista, de nombre Kurt Köpler, se ve forzado a dirigir un teatro, ideológicamente inerme y, al final de la tiranía, experimentar un tremendo vacío moral. A la idea original de Mann, la del hombre de teatro, que no duda en vender su alma al nacionalsocialismo, Tom Lanoye añade la distancia histórica de la que Mann carecía y una escena final que viene a ser una réplica de la primera, pero unos años después. Con el objetivo de reflexionar sobre el poder del poder y su puesta en escena, Lanoye se sirve de fragmentos de Hamlet, Romeo y Julieta, Julio César, Ricardo III Macbeth -siempre hay un Shakespeare para explicar y reforzar una idea, un sentimiento-, y también de El jardín de los cerezos, La gaviota y Tío Vania, de Chéjov, y por supuesto Fausto,de Goethe. Y de textos políticos que declama Köpler. En España, la inacabable noche franquista y la inherente corrupción material y moral que conlleva toda dictadura alimentaron con generosidad la teoría de la “resistencia útil” desde el interior del sistema. Aunque aquí proliferaron los vividores de espíritu acomodaticio y chaquetero, hubo quienes practicaron un posibilismo de buena fe que, en el ámbito de la cultura, defendieron la posible connivencia entre poder político y libertad de creación.

Duración:
Idioma:
Castellano
Sinopsis

Después de que la extrema derecha llegue al poder, una compañía de teatro reflexiona sobre cómo proceder. Algunos deciden irse, otros se quedan. Kurt Köpler decide conducir la pelea desde adentro. La belleza es el arma del artista. ¿Pero cuánto tiempo puedes seguir así? ¿Dónde termina la estrategia y dónde comienza el compromiso fatal?

Kurt Köpler no es un cínico arribista como Hendrik Höfgen, el protagonista del Mefisto de Mann. En manos de Lanoye es mucho más complejo, mucho más trágico: un actor (el «gran actor» por excelencia) que pacta con los tiranos convencido de que milita en la causa del Bien. Cree, ingenuamente, que podrá mantener su libertad artística y «atacar el sistema desde dentro», y luego, cuando las cosas empiezan a venir mal dadas, piensa que así podrá salvar vidas.

Sobre el texto

Un tirano asciende al poder. En un importante teatro público, se produce un relevo significativo. Su director decide exiliarse por razones políticas y quien ocupa la vacante es otro profesional de la escena, convencido de que podrá enfrentarse al nuevo régimen con un teatro comprometido. Las artimañas del ministro de Cultura y sus burócratas impedirán la cándida pretensión del recién llegado, el cual, como añadida justificación a su trabajo, exhibe su protección a colegas, amenazados por feroces depuraciones. El protagonista, de nombre Kurt Köpler, se ve forzado a dirigir un teatro, ideológicamente inerme y, al final de la tiranía, experimentar un tremendo vacío moral. A la idea original de Mann, la del hombre de teatro, que no duda en vender su alma al nacionalsocialismo, Tom Lanoye añade la distancia histórica de la que Mann carecía y una escena final que viene a ser una réplica de la primera, pero unos años después. Con el objetivo de reflexionar sobre el poder del poder y su puesta en escena, Lanoye se sirve de fragmentos de Hamlet, Romeo y Julieta, Julio César, Ricardo III Macbeth -siempre hay un Shakespeare para explicar y reforzar una idea, un sentimiento-, y también de El jardín de los cerezos, La gaviota y Tío Vania, de Chéjov, y por supuesto Fausto,de Goethe. Y de textos políticos que declama Köpler. En España, la inacabable noche franquista y la inherente corrupción material y moral que conlleva toda dictadura alimentaron con generosidad la teoría de la “resistencia útil” desde el interior del sistema. Aunque aquí proliferaron los vividores de espíritu acomodaticio y chaquetero, hubo quienes practicaron un posibilismo de buena fe que, en el ámbito de la cultura, defendieron la posible connivencia entre poder político y libertad de creación.

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