C’est la vie es una experiencia íntima, estética y política que aborda la muerte de los hijos
Obra con sobretítulos en español.
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Sinopsis
La muerte –se ha dicho infinidad de veces– es el tema central, junto con el amor, de cualquier creación artística humana. Si muere tu marido o tu mujer, te quedas viuda o viudo. Si mueren tus padres, te quedas huérfano. Existe una palabra. ¿Y si quien muere es tu hijo? Seguimos pensando que es antinatural que un hijo muera antes que sus padres, pero pasa constantemente y todavía no hemos inventado un término.
Para Mohamed El Khatib, la muerte de su madre fue un seísmo emocional. Alguien se apresuró a restarle valor a su duelo, diciéndole aquello que parece estar establecido, que es mucho peor perder a un hijo. «Siempre he considerado que para tratar un problema –dice este creador francés–, no es vital atravesarlo íntimamente. Esto te puede hacer mejor testigo pero no un escritor más justo. Sin embargo, desde hace unos años no puedo disociar mi escritura de lo real».
Si en su obra anterior, Finir en beauté, reconstruía la muerte de su madre, se propuso ahora hablar de la muerte de los hijos. El Khatib había empezado saqueando los testimonios de personas que habían perdido un hijo, desde Victor Hugo a Zidane, y de pronto se topó con dos actores con los que ya había querido trabajar antes sin fortuna: Fanny Catel y Daniel Kenigsberg. Daniel, con 61 años, actor alto y corpulento, al final de su carrera. Su hijo se suicidó con 25 años. Fanny, de 37 años, pequeña y delgada, perdió a una hija de tan solo 5 años. «Sugerí que me dijeran por lo que estaban pasando y así comenzó este experimento límite. Después de horas de entrevistas, testimonios, e-mails y documentos administrativos, devolvemos la crónica de dos muertes anunciadas». Fanny y Daniel frente a frente en un dispositivo escénico desnudo donde no más de 100 espectadores viven el relato con la mayor proximidad posible a los actores. Una experiencia íntima, estética y política.