Pundonor es un espectáculo dirigido por Andrea Garrote y Rafael Spregelburd, un monólogo escrito por Garrote, quien además interpreta a Claudia Pérez Espinosa, una profesora universitaria, Doctora en Sociología, que vuelve al aula después de tomarse unos meses de excedencia. Pero la clase que debe dar, una introducción a la obra de Michel Foucault se interrumpe constantemente debido a su frágil situación. Necesita dar explicaciones sobre su comportamiento, aparentemente necesita redimirse. En su desesperación, Claudia, se vuelve imprevisible, vulnerable. Se usa de ejemplo para la teoría.
Sinopsis
La obra pone en cuestión la gran paradoja de nuestra conciencia actual: ¿Cómo luchar contra la pulsión estática y el avance de la centralización del poder que nos asfixia habiendo perdido la inocencia, siendo conscientes de que somos reproductores constantes de los mecanismos del poder? ¿Qué hacer? ¿Cómo abanderar nuevamente al hombre a pesar de sospechar de su libertad, de su libre albedrío como una expresión realmente nueva y no condicionada? Cuando se pierde la propia imagen, cuando la estocada se clava en el punto de honor quizás ya no haya qué perder y una nueva aventura comience.
El texto de Andrea Garrote es de una elocuencia pocas veces vista en la dramaturgia contemporánea. Logra –sin interrupciones ni artificios- un devenir exacto, teatral y enérgico. Sus preocupaciones de siempre (la filosofía, la sociología, el teatro, la enunciación) están aquí formateadas a la medida de su tono actoral. Se trata de una pieza construida como una voz casi impensable en el cuerpo de otra actriz que no sea la propia autora.
El texto que Andrea ofrece es un bocado irresistible para cualquier director, se trata de una escritura orgánica y “divertida” con un contenido conceptual complejo (las ideas de Foucault) maravillosamente transfiguradas en teatro.
La puesta en escena aprovecha todo despojamiento para hacer creer estas convenciones aparentemente sencillas del teatro; el texto hace por sí solo todo el trabajo de llevarnos a otro universo, ya que se trata de un recorrido emocional e ideológico absolutamente apoyado en la presencia de una actriz singularísima, una intelectual de los sentidos.
“Conozco en detalle las capacidades de Andrea para ejecutar estos milagros teatrales», comenta Spregelburd. «Mientras plantea conflictos elevados e insolubles, su presencia es ineludiblemente tragicómica; adicionalmente, como es habitual en sus trabajos, sin abordar sus asuntos desde una previsible perspectiva de género, Andrea encarna –desde su género- un teatro femenino y urgente y da una voz altísima y sofisticada a toda discusión sobre los roles de hombres y mujeres en la dramaturgia actual”.
Castellano
La obra pone en cuestión la gran paradoja de nuestra conciencia actual: ¿Cómo luchar contra la pulsión estática y el avance de la centralización del poder que nos asfixia habiendo perdido la inocencia, siendo conscientes de que somos reproductores constantes de los mecanismos del poder? ¿Qué hacer? ¿Cómo abanderar nuevamente al hombre a pesar de sospechar de su libertad, de su libre albedrío como una expresión realmente nueva y no condicionada? Cuando se pierde la propia imagen, cuando la estocada se clava en el punto de honor quizás ya no haya qué perder y una nueva aventura comience.
El texto de Andrea Garrote es de una elocuencia pocas veces vista en la dramaturgia contemporánea. Logra –sin interrupciones ni artificios- un devenir exacto, teatral y enérgico. Sus preocupaciones de siempre (la filosofía, la sociología, el teatro, la enunciación) están aquí formateadas a la medida de su tono actoral. Se trata de una pieza construida como una voz casi impensable en el cuerpo de otra actriz que no sea la propia autora.
El texto que Andrea ofrece es un bocado irresistible para cualquier director, se trata de una escritura orgánica y “divertida” con un contenido conceptual complejo (las ideas de Foucault) maravillosamente transfiguradas en teatro.
La puesta en escena aprovecha todo despojamiento para hacer creer estas convenciones aparentemente sencillas del teatro; el texto hace por sí solo todo el trabajo de llevarnos a otro universo, ya que se trata de un recorrido emocional e ideológico absolutamente apoyado en la presencia de una actriz singularísima, una intelectual de los sentidos.
“Conozco en detalle las capacidades de Andrea para ejecutar estos milagros teatrales», comenta Spregelburd. «Mientras plantea conflictos elevados e insolubles, su presencia es ineludiblemente tragicómica; adicionalmente, como es habitual en sus trabajos, sin abordar sus asuntos desde una previsible perspectiva de género, Andrea encarna –desde su género- un teatro femenino y urgente y da una voz altísima y sofisticada a toda discusión sobre los roles de hombres y mujeres en la dramaturgia actual”.
- Dirección:
Andrea Garrote
Rafael Spregelburd - Idea original:
Andrea Garrote - Ayudantía de dirección:
Juan Seré - Escenografía:
Santiago Badillo - Iluminación:
Santiago Badillo - Vestuario:
lara Sol Gaudini - Música original:
Federico Marquestó - Producción:
Carolina Stegmayer
Carlota Guivernau
Teatro de La Abadía Producciones