La compañía catalana Ça Marche presenta Trabajos forzados, un espectáculo que surgió con una pregunta a raíz de pensar sobre grandes personajes que a lo largo de la historia eligieron el silencio, no hablar más, no escribir más, no actuar más, no ser más: Empédocles, Kafka, Hölderlin, Beckett, Rimbaud… La pregunta surge cuando se piensa no en el silencio elegido, sino en el impuesto: qué pasa ahí.
Sinopsis
Como es habitual en Ça Marche, se involucra en el proceso creativo a intérpretes no profesionales, en este caso a un grupo de personas de la comunidad Sorda de Barcelona, que participan activamente en las decisiones que materializan la naturaleza propia de este proyecto artístico. Se trata básicamente de cuestionar nuestra relación con el lenguaje y cómo este se inscribe en nuestros cuerpos, profundizando en las ideas de voz (literal y poéticamente) y en la imposición de la oralidad en la civilización occidental.
Dice Oliver Sacks que “los usuarios de un lenguaje tienden a un realismo ingenuo, porque suelen ver su lengua como un reflejo de la realidad y no como una construcción”. A menudo, llamamos hablantes a los que usan la voz, como si la posibilidad del habla solo fuera una y la lengua de signos no lo fuera por ser una lengua sorda. Trabajos forzados propone al espectador un viaje hacia la falta de comprensión que pueden sentir esas personas obligadas a relacionarse de otra forma con el habla, un viaje que se aleja de lo paternalista, lo pedagógico y lo pornográfico. La idea es que la mirada del espectador ejercite otro mundo de sentido, a través del silencio por ejemplo, o de la ausencia, un otro sentir que de paso a un otro estar, más corporal que intelectual. Y para eso más que nunca es importante el trabajo con no-actores, personas que ponen énfasis en el cuerpo concreto, lejos de la convención teatral y la tradición física que priorizan voz y movimiento estandarizados.