Lo importante no es quien tú crees que eres, sino quién eres para la sociedad. Y es esto lo que te situará y te marcará, aunque intentas caminos diferentes. Hoy eres una persona y en un momento… magia!
Un adolescente comparte su cotidianidad con nosotros. De hecho es así, la comparte, no es que nosotros la espiamos a través de la cerradura de la puerta, de cámaras o de ninguna ventana. Carlos nos tiene presentes, nos mira, nos hace bromas, nos da opinión y expone completamente con su vulnerabilidad y sus inquietudes. No esconde en absoluto sus emociones. Y así es como desde el inicio este personaje nos cautiva y nos lleva por donde quiere. El seguimos sin darnos cuenta a todos los rincones de su intimidad, nos emocionamos con él. Y eso que, aparentemente, es un adolescente como cualquier otro. Bueno, de hecho lo es, sólo que no para todas las personas de aquí. Una obra muy necesaria para todos y todas, para una reflexión profunda en torno a la igualdad, a la xenofobia y el racismo en nuestro país.
Una obra imprescindible para conocer situaciones y realidades con las que convivimos, pero que quedan muchas veces como en un plano paralelo que no nos atraviesa. Una obra que debería llegar al máximo de público posible para que experiencias así son transformadoras a nivel individual y social, y ayudan a romper prejuicios y estereotipos desde otro lugar más profundo. Los adolescentes que estaban en aquella sala seguramente no han salido igual. Y no sólo en relación a los temas mencionados, en esta pieza podemos ver violencia institucional, el funcionamiento de «la justicia», acercarnos al mundo de las adopciones y las vivencias de estas familias, clasismo,… así como amor, amistad, relaciones con los padres…
Durante una hora y media las personas que estamos allí vivimos una experiencia única, gracias a una interpretación magistral con una energía espectacular de Albert Salazar del texto de Daniel J. Meyer bajo la dirección de Montse Rodriguez. Una combinación fantástica que consigue una joya de obra a todos los niveles. Conmovida, angustiada, berrinche, sin palabras, … Magia!