El Teatro Pavón es un clásico del Madrid más castizo que acaba de reabrir sus puertas después de superar algunos problemas económicos y nada mejor que un Clásico de todos los tiempos como el «Cuento de Navidad» de Charles Dickens para inaugurar oficialmente la Navidad y volver a disfrutar de uno de los sitios con más encanto de la capital. Los dos renovados, los dos eternos, nunca pasan de moda.
Como el Señor Scrooge. Da igual la edad que tengas que siempre causan efecto sus frases mágicas: «El mundo es mucho mejor si nos miramos a los ojos y nos preguntamos qué puedo hacer para que seas un poco más feliz». Quizá por eso en el patio de butacas había tantos niños como ancianos porque su mensaje es transversal, llega a todos, incluso en la era de las consolas y las grandes producciones de Marvel: cautiva igualmente.
Y eso pasa con la versión que dirige Mingo Ruano en el Pavón. Después de ver tantas revisiones de Cuento de Navidad el temor son las odiosas comparaciones y si vas con un adolescente cinéfilo «Los fantasmas atacan al jefe» de Bill Murray es el gran enemigo a batir. Pero ahí, sobre las tablas, está un veterano solvente como Fernando Cayo que no va a dejar que ningún espectador se le escape. Y si alguno se despista, ahí está el Fantasma del Pasado, Estefanía Rocamora, para poner el toque de humor necesario que te provoca la carcajada y se gana a los más duros de pelar.
Todo ello acompañado de frases que nos hacen reflexionar en tiempos convulsos y que dejan en manos de los más pequeños ideas que pueden ayudarles a fortalecer su personalidad porque, como dice Scrooge/Cayo cuando por fin ve la luz, «el futuro está en mis manos. Nunca es tarde para rectificar».