Macho Man no es una función al uso. A medio camino entre instalación y performance se muestra la (cruda) realidad. La violencia machista existe, sigue viva y hay que combatirla. A través de los siglos y las generaciones se ha transmitido una idea: la mujer deber ser amable, discreta, recatada y obediente. En caso contrario, es una mujer descarriada. La sociedad patriarcal en la que vivimos alcanza siempre la misma conclusión.
A través de diez espacios distintos se exponen las formas de violencia machista; los golpes, los insultos, el mal trato, la violación, el feminicidio y los usos y costumbres machistas que desbordan nuestra sociedad.
Personalmente, me sobrepasó tanta injusticia. No dejaré de recordar las caras de las mujeres que me acompañaban en el viaje; las que estaban allí conmigo y las que ya no están. No recurro al tópico de que sobre todo deben recorrer la instalación los hombres, sino que apelo a todo aquel que no quiera dar alas a la sociedad patriarcal a combatir.
Àlex Rigola, junto a su equipo, desde su posición privilegiada, saca a relucir que, por muy feminista que te creas, nunca lo serás si no actúas.