Cuando en 1997 se estrenó la versión animada de Anastasia, se prometía como uno de los grandes estrenos de la temporada. No consiguió desbancar a la película anual de Disney pero no fue porque la película no fuera de calidad, sobre todo en cuanto a la música y las canciones que tuvieron sendas nominaciones al Oscar y al Globo de Oro. Años después, los mismos compositores, Lynn Ahrens y Stephen Flaherty (Ragtime), recibieron el encargo de adaptar la música a una producción teatral. El resultado, en mi opinión y salvo excepciones puntuales, un éxito rotundo.
La adaptación de la historia se encargó a Terrence McNally, que ya trabajó con Ahrens y Flaherty en Ragtime (y por el que todos consiguieron un premio Tony en sus respectivas categorías). McNally elimina muy acertadamente los elementos sobrenaturales de la película para desarrollar una historia más adulta. Ésta empieza con los últimos momentos de la dinastía Romanov, zares de todas las Rusias, y su caída tras la revolución rusa. En la revolución todos los miembros de la familia mueren, salvo la Emperatriz Viuda que se encontraba en París en ese momento. Pero, ¿seguro que murieron todos?
Años después, la protagonista, Anya, llega a Leningrado. Perdió la memoria hace años pero su corazón le impulsa a viajar a París y busca la forma de conseguirlo. Dos entrañables vividores que desean salir de Leningrado le proponen un trato: ellos la ayudan a ir a París si ella se hace pasar por la gran Duquesa Anastasia, descendiente de los Romanov, y así hacerse con la recompensa que la Emperatriz Viuda ofrece a quien dé pistas sobre el paradero de su nieta, que se sospecha sigue viva.
Intérpretes de gran talla dan vida a esta gran producción. La mayoría son habituales actores/cantantes que han pasado por otros grandes musicales en España y el extranjero. Todos impecables, principales y secundarios, un elenco de premio.
La escenografía también es espectacular. Combina la tradición con las nuevas tecnologías (qué buen juego dan las pantallas, oiga). Y no sé por qué, pero me entraron unas ganas locas montar en tren…