La temporada pasada Stage Entertainment dio en la diana con el estreno de Anastasia, el musical, sabiendo coger lo mejor de cada casa y conjugarlo en el escenario del Teatro Coliseum. Ahora no están solos, han despuntado otras grandes productoras que reclaman su pedazo del pastel, pero Stage ha sabido sacar con Anastasia la artillería pesada para demostrar que sigue tan potente como se la recordaba.
Una puesta en escena llena de espectacularidad, que mezcla el detalle de lo clásico, ¡qué vestuario!, con las nuevas tecnologías. Lo que en El Guardaespaldas parecía un complemento más propio de un macro concierto, aquí ha sido utilizado en favor de la historia haciendo que nos marquemos un viajazo desde nuestra butaca. Esas pantallas – El equivalente 2.0 a los viejos telones – van a dejar a más de uno con la boca abierta.
Es fantástico poder decir que ¡por fin! se le da a la interpretación hablada en un musical tanta importancia como a la cantada y al saber bailar, poco a poco vamos engrandeciendo el género. Gran acierto el contar con Jana Gómez como Anastasia, es una delicia la energía que aporta al personaje y, ni qué decir tiene, escucharla cantar. Íñigo Etayo encuentra su espacio y se hace con las riendas de un personaje al servicio de la protagonista, dándole el apoyo necesario para que todo fluya. Carlos Salgado es responsable de un malvado a la altura del melodrama, dándole dimensión y solidez, además de poseer una de las mejores voces del espectáculo ¡Qué bien ha ido madurando al personaje a lo largo de las dos temporada! Por supuesto, la sobriedad y la voz de Angels Jiménez siempre son un tanto a favor. Y ni qué decir tiene el disfrute que supone ver juntos a Javier Navares y Silvia Luchetty, fuegos artificiales dentro del espectáculo. ¡Merecen un spin-off ya! Y no nos olvidemos del resto del elenco que hacen una tarea absolutamente titánica ¡y extenuante! en todos y cada uno de los cuadros que componen el musical.
Supongo que, después de dos temporada, ya nadie va pensando en comparar la película de animación con el musical, esto es otra cosa y así ha de verse. Sí, contiene los números musicales que todo el mundo espera, pero se ha prescindido del toque ‘sobrenatural’ aportando algo más de realidad a esta leyenda que forma parte de la historia de los Romanov. Claros contrastes dramáticos entre los dos actos, quizá le falte un broche algo más brillante a un desenlace algo atropellado. Pero lo que es seguro es que todos van a salir con la sensación de haber disfrutado de un fantástico espectáculo.