Se nota cuando el público tiene ganas de aplaudir con rabia desde el minuto uno. Muchas veces la platea aplaude por educación, otras tantas por condescendencia y algunas como queriendo autoconvencerse de que el dinero gastado no ha sido en balde. La diferencia entre uno y otro aplauso se nota, y mucho. Frente al elenco de Anastasia, el musical la ovación es apasionada y veraz (del tipo de las que más se disfrutan dentro de un teatro). No se puede hacer otra cosa ante la enorme capacidad vocal demostrada en escena.
Y es que el gran acierto de la productora Stage Entertainment ha sido no solo encontrar su perfecta protagonista en Jana Gómez, que luce cualidades como pocas podrían hacerlo, sino también en hacer lo propio con la elección del intérprete justo para cada personaje. Iñigo Etayo es un Dimitry con peso, Carlos Salgado es ese villano de voz icónica, Javier Navares explota carisma y personalidad (además estando a la altura que le requiere Vlad en cuanto a voz), Silvia Luchetti, mítica como siempre, interpreta esta vez a la Condesa Lily y remata la baraja Angels Jiménez dándole la profundidad y el matiz justo a la Emperatriz viuda. En cuanto al resto del cast el trabajo grupal es igualmente fluido y compensado.
Hay conexión sobre el escenario, hay una escenografía basada en lo audiovisual (cuya infraestructura montaron en el Coliseum la pasada temporada para hacer posible El guardaespaldas) que junto a la iluminación llena todo del color y romanticismo requerido. No falta el despliegue acertadísimo de maquillaje, peluquería, vestuario… El limitadísimo espacio escénico del Teatro Coliseum se aprovecha al 100%. Sumamos música en directo (esto que no falte nunca, ¡por favor!), dinamismo, movimiento bien coreografiado, melodías de las que permanecen en la memoria…
Anastasia es ese cuento edulcorado al máximo que convence, envuelve y emociona solo cuando se cuenta así de bien. Le pasa por delante a la película de animación de Fox (en la que está inspirado) y merece permanecer en la Gran Vía madrileña mucho tiempo. Un must para los amantes del musical clásico bien ejecutado.