El mismo día que he ido a disfrutar de Así hablábamos al Teatro Valle-Inclán, he estado antes en el cine viendo Desconocidos (All of Us Strangers). La conexión entre ambas propuestas es inmediata; cómo seguir hablando con alguien que ya no está y, sobre todo, cómo sostener ese amor que teníamos en común.
En el teatro, La Tristura ha configurado una apuesta por dar respuesta a través de la música y con el recuerdo presente de la escritora Carmen Martín Gaite. El despliegue de talentos, escenografía y juego de tiempos es fascinante, aunque la conexión con el tema y la forma de tratarlo me haya desconcertado bastante.
La invitación que recibe el público es clara y tiene que ver con la celebración, con el recuerdo y mucho más con el diálogo en el aquí y el ahora, como una especie de hechizo para no caer en el olvido y para seguir viviendo con alegría los buenos y preciados momentos del pasado. Esta obra puede cautivar corazones y conciencias y tengo algo de envidia a quien le haya pasado esto. Yo la viví con muchas ganas, pero no con tanta fuerza como la que este magnífico elenco despliega. Lo que sí me impactó y mantendré siempre en la memoria fue la canción Tranquila, al piano y voz de Ede. Solo por eso, ya mereció la pena estar allí.