El Festival de Otoño llega a su fin y una de sus propuestas de fin de fiesta es esta pieza deliciosa de Pablo Remón, el “Barbados” de 2022, que más que una revisión es una obra totalmente nueva con los mismos ingredientes: Un brillante Emilio Tomé, un texto fantástico en aparente construcción y una actriz monumental, Fernanda Orazi, esa bestia que lo mismo hace una Winnie incontestable en Los días felices, o una Natalia que te arrasa el alma pidiéndote fuego al final de Los Ojos.
Entramos en un teatro en ruina, en un escenario arrasado y en reconstrucción, y vamos a asistir al nacimiento de un relato, al encuentro de esas palabras que nos faltan, a la creación de una historia, de varias historias, atravesadas por la escucha, la presencia y la exquisita teatralidad de sus protagonistas, para montar un locura, entre grave, ácida e hilarante, que difícilmente concibo sin Emilio Tomé y Fernanda Orazi. Son sus dueños.
Ellos dos levantan, como si lo estuviesen creando en el momento, un texto aparentemente banal que va tocando, como sin querer, del brochazo a la pincelada fina, todos los grandes temas que preocupan a sus protagonistas, de manera fugaz, o no, para cuestionarlos continuamente: del fin del amor a la educación de los hijos, de la necesidad de adquirir lenguaje y de tener un Barbados en que refugiarnos, al abandono de los aguacates por mitades o la importancia vital de que el lavavajillas haga un ‘clic’.
Nosotros, testigos, con una risa contenida y pasmados, cómplices con Fernanda en la escucha y con Emilio Tomé en la elocuencia, vamos recorriendo una obra necesaria ( o innecesaria, eso qué más da) en que nos abducen, viéndoles construirse desde la ruina que les rodea (qué genialidad de propuesta escénica la de Mónica Boromello, otra ‘madrileña’ genial como la Orazi). No se puede contar, hay que ir a verla. Reservad ya, que solo estará hasta primeros de diciembre en Conde Duque