Adentrarse en la cabeza de Berto Romero es una experiencia tan loca como tronchante. Con su característico humor, Berto aprovecha este monólogo para contar anécdotas (reales o no) y reflexionar desde su particular punto de vista sobre la vida, las relaciones, el paso del tiempo, los hijos, el trabajo… Y no dejar títere con cabeza, aquí no se salva nadie y mucho menos el público.
Berto además juega con la atención del espectador y le da una vuelta al propio acto de acudir al teatro a ver a alguien hablar sobre todo y sobre nada, poniendo a prueba la credulidad del público, el efecto rebaño y cuestionando y satisfaciendo las expectativas de quien compra una entrada. ¿Querías magia? Te la da (ojo, no pediste al mago Pop, ni tampoco lo pagaste ) ¿Querías un espectáculo interactivo y con improvisación? Lo tendrás ¿Querías risas? Esas caerán seguro.
Si buscas una obra que te haga reír y que te haga desconectar un poco, ve al teatro y pasa tu vida por el filtro de Berto, seguro que verás tus problemas de otra manera y te habrás ahorrado el gimnasio gracias a las risas.
