Una invitación a disfrutar la vida

Las cosas extraordinarias

Las cosas extraordinarias
20/02/2020

Tengo un hermano que siempre insiste en que no va al cine o al teatro ni a ver penas ni a pensar. Yo soy menos selectivo, me gusta que me entretengan. Naturalmente que prefiero reír pero el teatro, como representación de la vida, no es sólo alegría y toca llorar de vez en cuando. Lo de que me hagan pensar es opcional aunque no me desagrada la idea.

Las Cosas Extraordinarias tiene de todo lo anterior sin llegar a los extremos: no te ríes pero sonríes, no lloras pero respiras hondo, te hace pensar pero lo justo porque el texto te lo da tan mascadito que sólo tienes que asimilarlo. Y, lo que es mejor, el público es tan cómplice del texto que es indispensable su participación para que se desarrolle. Y, por lo que vi en las caras del público en general, el sistema funciona.

Dirigida por Pau Roca y, anoche, también representada por él mismo, Las Cosas Extraordinarias nos muestra la forma que tiene una persona, desde su niñez a su madurez, de afrontar la depresión de su madre y sus intentos de suicidio: escribirle una lista de las cosas que importan y por las que merece la pena vivir. Una lista que no deja de crecer y crecer a lo largo de su vida.

En definitiva, esta obra, esta charla distendida, es una invitación a disfrutar la vida, a estar presente en ella, a darnos cuenta de las pequeñas cosas que nos rodean (ésas a las que no prestamos demasiada atención simplemente porque siempre están ahí) y a lucharla cuando sea necesario porque la vida merece vivirla hasta el final.

LO MEJOR: La lección aprendida. Más bien recordada.

LO PEOR: Considerar el color amarillo como una de esas cosas que alegran la vida… ¿en serio? Bueno, como dijo aquél: para gustos… mejor el naranja, ¿no?

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