¿Para qué estamos aquí? ¿Cuál es el sentido de lo que hacemos? ¿Necesitamos uno para seguir adelante? Son varios los temas que permean esta nueva propuesta del María Guerrero, Calígula murió. Yo no, que surca con maestría la historia de una compañía que se reúne en un teatro decrépito para hacer una adaptación de la obra de Albert Camús, Calígula. Cómo luchar entre tu concepción del mundo y ser coherente con los que somos y hacemos con los demás, cómo saber estar desde el caos indisolubre, cómo aceptar al otro desde la diferencia. Y todo con la luna en el fondo de un escenario brutal y unos efectos escénicos que arropan a un elenco inclusivo, que nos sabe capturar desde la profesionalidad, desparpajo y aceptación de la limitación como algo que impulsa y nos hace bien grandes. Con el ya bien conocido Jesús Vidal como cabeza de cartel, subrayo la necesidad de obras como ésta, en un mundo que exige pensar sobre qué está en los márgenes, cuestionar el concepto de normalidad y encontrar en este tipo de obras, precisamente, esa normalidad tan necesaria como aún lejana.
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