Cantando bajo la lluvia, la película que juega a la autoreferencia, que nos trae una historia dentro de una historia y que nos sumerge en la fantasía de las estrellas del cine mudo. Este clásico del cine y del musical. Esta comedia que nos mantiene por más de dos horas en otro mundo, olvidando lo que nos rodea. Esta obra que cumple 70 años. Este clásico que hay que ver. Sí o sí.
Un tributo al cine mudo, a todos aquellos artistas que tuvieron que adaptarse o reinventarse por la aparición del cine sonoro. Con retazos de Sunset Boulevard, todo el equipo de Cantando nos brinda un musical lleno de clásicas canciones, increíbles coreografías, excelentes interpretaciones y voces preciosas (y la que no, se agradece mucho).
Toda la compañía está encajada cual mecanismo de reloj suizo, y dominan el tempo de la comedia. Las interpretaciones de los tres protagonistas (Miguel Ángel, Ricky y Diana) son espectaculares y dignas de película. Y es que Cantando tiene unos zapatos amplios que llenar. Pero en el Teatro Apolo se ha conseguido de lejos. Un elenco de personajes y bailarinas y bailarines que siempre están ahí, dándolo todo. Y cómo no, una mención especial a Mireia Portas, Lina Lamont, la antagonista que se lleva a todo el público al bolsillo, la voz que no queremos dejar de escuchar durante todo el rato y que consigue las carcajadas. No pedo dejarlo de ver.