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Cantando bajo la lluvia

Cantando bajo la lluvia
15/12/2021

En un musical siempre hay sitio para un buen número de claqué, más osado o más sutil, pero siempre es un placer verlo encima del escenario en medio de música y canciones que quieren expresar, también con los pies, qué siente uno o más personajes.

Es evidente que en este espectáculo no podía faltar. Y esta sería la definición más exacta de esta adaptación del clásico del cine de 1952 protagonizado por Gene Kelly. Se trata de una fantasía de luces, colores, alegría, música y pasión encima del escenario. Las primeras notas de la orquestra -siempre y cuando el público las deja disfrutar estando en silencio- ya te trasladan a un mundo increíble. La magia del cine y el teatro se mezclan en un montaje muy trabajado y laborioso, y era difícil porque se trataba de adaptar una de las historias más conocidas y valoradas del séptimo arte. Era muy complicada trasladar números como Singing in the rain o Moses, pero lo consiguen con creces.

Tengo que empezar hablando de toda la escenografía y la puesta en escena, porque sin este marco incomparable no se podría montar una producción de esta envergadura. Cada escenario preparado por el equipo de arte y utillaje está elaborado hasta el mínimo detalle, creando un mundo donde todo es posible. Las transiciones entre escenas y ubicaciones son naturales y encajan a la perfección, haciendo que el público no pierda ni la atención ni la ilusión por meterse en el nuevo espacio de la historia. La iluminación y la puesta en escena danzan la una con la otra en una coreografía perfectamente ensamblada.

Los números musicales están estudiados y perfeccionados hasta la extenuación, llegando al clímax con el famoso Singing in the rain, donde vemos como llueve, literalmente, encima del escenario. Este es uno de los momentos más esperados y no decepciona: agua, paraguas, farolas, bailarines e Iván Labanda –Don Lockwood- desprenden una pasión desmedida y contagian al público.

Labanda como Lockwood y Diana Roig como Kathy Selden son grandes atractivos para este musical, pero si se tiene que destacar a alguien es a dos “secundarios” de lujo que roban la escena, más de una vez, a los mencionados anteriormente. Riky Mata (Cosmo Brown) y Clara Altarriba (Lina Lamont) han sido mi sorpresa en mayúsculas. Mata se transforma en Cosmo totalmente y en cada intervención suya consigue el favor y el aplauso del público. Su voz y sus movimientos hipnotizan y hacen disfrutar de cada intervención. Altarriba nos enamora con la irritable Lamont, días después aún tengo cn la cabeza su “no pedo aceptarlo” y se ha quedado en mi memoria para mucho tiempo. Incluso cuando canda -recordemos que su personaje ni habla ni canta bien- la espectadora se rinde a sus pies. Tanto a Mata como a Altarriba espero verlos en muchos más musicales, será un placer seguirlos donde vaya.

En definitiva, se trata de un espectáculo para todos los sentidos. Mueves los pies al ritmo de la música, “cantas” las canciones con el elenco y, cuando sales, lo haces con la sensación que has pasado una de las mejores veladas que el teatro musical te podría proporcionar.

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