Quizás porque fui a verla sin ningún conocimiento previo sobre la obra, me hizo sentir en todo momento que quería saber lo que pasaba en el segundo siguiente. Puedes moverte por decenas de emociones diferentes viéndola: ansiedad, tristeza, compasión, empatía, enfado, incomprensión,…. Y en algún momento te ríes, en el instante justo, cuando tanta intensidad necesita un escape. El reparto es fantástico en general, merece especial mención Alex Villazán, bestial (la palabra no puede ser otra) su actuación. No puedes dejar de mirarle, ni cuando se coloca en una esquina del escenario, en un aparte, fuera de lo que está ocurriendo, sin decir nada, sólo su expresión, su mirada, su postura. Me encantó la forma en la que los recuerdos y los testimonios aparecen en el escenario en otro plano, como cuando en las películas le cambian el color a la historia del pasado. Hasta en un momento, cuando el psiquiatra habla con su paciente, me acordé de Capote y su A Sangre fría. Es una visita al teatro más que recomendable, casi dos horas de evasión total, te envuelve hasta el punto que olvidas estas en una butaca del teatro.
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