Desde el mismo Broadway a la plaza de Tirso de Molina en pleno corazón de Madrid, llega Chicago, el musical de la mano de la productora SOM Produce. El Teatro Nuevo Apolo se viste de elegancia y mucha sensualidad para recibir y presentarnos esta comedia musical de tan conocido éxito. Musical escrito por Fred Ebb y Bob Fosse, con música de John Kander y letras de Fred Ebb, nos presenta unos años 20 en decadencia llenos de escándalos, asesinatos, corrupción, avaricia y excesiva preocupación por la fama.
El argumento del musical es muy conocido; Roxie Hart –Silvia Álvarez–, asesina a sangre fría a su amante y entra en la cárcel. Allí se encontrará con otras mujeres también imputadas por haber matado a sus amantes y/o maridos y que están esperando su juicio. Entre ellas está una tal Velma Kelly –Ela Ruiz-, con la que Roxie entra en una especie de competición por la fama y el protagonismo. Ambas quieren salir impunes de sus delitos mediante la intervención de un afamado, corrupto y avaricioso abogado, Billy Flynn –Iván Labanda– que contratan mediante soborno de la matrona de la cárcel Mama Morton –Inma Cuevas-. Todos los personajes de la obra son corruptos de una u otra manera y capaces de hacer lo que sea por conseguir sus objetivos, a excepción de Amos Hart –Alejandro Vera-, marido de Roxie y el único que muestra algo de humanidad.
El musical te envuelve desde el primer minuto que cualquiera de los actores, bailarines y cantantes del numeroso elenco pisan el escenario. Cada movimiento que realizan -por pequeño que sea- está cargado de auténtica elegancia y sensualidad e hipnotizan los ojos de cualquiera de los que allí estamos. La excepcional orquesta y su jazz presente siempre en el escenario hace que entre lo que vemos, las voces y la música que escuchamos, se cree una agradable, armoniosa y muy atractiva atmósfera que te atrapa hasta límites insospechados, no queriéndote perder ningún detalle de las coreografías que se realizan sobre el escenario.
El musical te hace ‘viajar’ a los increíbles años 20 y poder vivir, disfrutar y sentir en tus propias carnes toda esa sensualidad que impregnaban los cabarets y clubs de la época, que si te hubiera gustado experimentarlo aunque fuese por un momento, no puedes permitir perdértelo.