Chicago, años 20 del siglo pasado. Dos cabareteras coquetean con la efímera fama que les otorga su condición de asesinas pasionales de hombres. Un musical en el que absolutamente toda la historia se cuenta a través de sus canciones, sin necesidad de diálogos entre los actores.
La ausencia total de decorados, hace que cobre absoluta importancia y protagonismo la orquesta que nos acompaña durante las más de dos horas de duración de la función. Una apuesta original y arriesgada que a mi modo de ver, resta más que suma.
El espectáculo tiene un comienzo ligeramente lento que, transcurridos unos minutos, va tornándose en una frenética sucesión de canciones y bailes ejecutados a la perfección. Brillan especialmente los personajes de Roxie, Billy y Amos, que hacen con su presencia que cada momento sea mucho más interesante.
Quizá la austeridad de su puesta en escena hace que no enamore desde el primer momento, pero a medida que se va saboreando cada número, van aumentando las ganas de conocer más sobre la historia y sus personajes en compañía de su magnífica música.